sábado, 4 de enero de 2014

Ayer fue un día de gripe (Si. Bingo). Como siempre, se vinieron a preocupar a la noche, cuando hervía en fiebre y mi cabeza parecía querer reventar. Previo a eso, solo recibí un par de bromas de mi mamá... y la indiferencia de mi hermano, quien estuvo en casa todo el día, pero en su cuarto, trabajando. A la mañana de hoy fue el primero en ir a verme al cuarto. ¿Ir a urgencia? no... esto se me pasa hoy o mañana, con boldo, limón, miel, te, agua y paciencia. Pero gracias, por el ofrecimiento.

Desde el escritorio del living me siento mejor. Aun me duele la garganta... pero por lo menos dormí bien. Incluso me dio para tomar la ducha que correspondía a ayer.

Mamá debió de haberse molestado con mi inoportuna gripe, o conmigo... qué se yo. Se lo pasa de pituto en pituto ¿Y más encima tiene que atenderme en la cama? "Si mama. Entiendo que si yo no lavo platos ni ordeno nadie más en esta casa lo hará por tí... para la otra trataré de enfermarme menos".

Al menos esta vez fue evidentemente una gripe y no un conjunto de síntomas asociados a la depresión. Puede que en ese caso se hubiese portado menos comprensiva.

Como si hubiera tiempo para estúpidas depresiones.

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