miércoles, 23 de octubre de 2013

martes, 22 de octubre de 2013

October 19th

Llueve de manera insignificante.
Llueve tal y como llovió en mi rostro esta mañana.
Solo una que otra gota.
Nunca suficiente para vaciar el lago.

Suben las aguas del lago.
Me ahogo en las aguas del lago.
Me ahogo pero no muero.
La muerte es paz. La paz está prohibida.

Bajan las aguas del lago
Brazos fraternos descienden a las aguas del lago.
Respiro pero no vivo.
La vida es dicha. La dicha está prohibida.

Respiro... me ahogo...
Me hundo... floto...

lunes, 21 de octubre de 2013

"Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes…y los frutos tienen una forma de caerse en la mitad. Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores".

Jorge Luis Borges.

sábado, 19 de octubre de 2013

"It is important to realize that life is a risk. There is no way to avoid taking chances. Staying away from people brings a false sense of security, since it brings its own pitfalls, such as isolation and unhappiness"

domingo, 13 de octubre de 2013

"Celebrábamos el cumpleaños de Victoria.
Gringo Gringo.
Qué entonaciones.

Ese timbre, tu voz particular, Victoria preparando las margaritas y el tequila aquí adentro respondiendo. Casi tocando tu voz sintiéndola en mis espaldas como una gata llena de cosquillas tenues por una voz que sólo dijo Blanca, entonaciones secretas prohibidas que recorren mis tobillos y tú Gringo sigues hablando, vuelves a decir Blanca y de los tobillos sube a las piernas, a los muslos y se detiene. Todas las prohibiciones entre el tequila, tu voz y mi sexo se arremolinan giran vibran, vamos, Gringo, vamos de una vez, aprovecha las leyendas y los vikingos, de esas leyendas te hablo. Victoria propone el baile, tus brazos y los míos se alcanzan solos no necesitan ni llamarse, para qué, han desesperado esperando esta disculpa, se entrelazan con sonidos lejanos, ¿son gaitas? ¿coros? ¿también percusiones? ¿qué sonido sagrado nos permite? Recuerdo sí un bandoneón, eso fue mucho más tarde y citándome a Bernard Shaw, divertido, diste el primer paso: El tango es la expresión vertical de un deseo horizontal. Yo pienso y te pienso horizontal, fuera de mí misma, por supuesto, la mí misma intrínseca no piensa en nada horizontal y busco tus piernas, quiero sobre mi muslo un bulto duro que me asegure, dónde está, sudas, Gringo, y toco ese sudor intuyendo un calvario, soy yo, no es otra, quién puede temerme a mí, qué temes, tus brazos de guerrero me aprisionan, convertir la fuerza en dulzura, entremezclarlas al entremezclarnos nosotros hasta fundirnos, pero quiero tu sexo de piedra para que mis alas vuelen, esmaltado, brillo y dureza, me muevo, tanteo, te sé acalorado y calenturiento como yo, como me decían en el campo de chica cuando tenía fiebre, calenturienta, dónde entonces el esmalte, tu cabeza se pega a la mía, tu barba me cosquillea, en el cuello, en el hombro, también en la mejilla, y la tuya quisiera besar mil veces, la tengo casi pegada a mí, lamerla quizás, como las gatas, soy la dulce Blanca entrando de lleno en el pecado, el baile no es más que una disculpa para los cuerpos, y tú diciéndome al principio de la noche, serio, yo no bailo, yo abrazo. Y mi sonrisa conocida, formal, abriéndose. Ahora es mi risa más perversa, te juro, Gringo, me la desconocía, y ella quiere desarticularte, tantearte, hurgarte.

Gringo, Gringo.
Estoy a tus pies. Con tequila, con calor, con hambre.
Y tú no te quedas, mi piel suspendida y la pasión en las sombras."

Domingo.

Domingo.

Un día peor que el sábado

Deperté unas tres veces. A la primera no había ni luz de día A la segunda sí, y venia acompañada de una punzada enorme en mi pansa. Me levanté a lo de todas las mañanas. Todas las puñeteras mañanas. Me metí a la cama otra vez, a la cama sin sabanas. No recuerdo si dormí. Me pareció la nada. Prendí el computador y puse algo de música hater... me envolví en mis tapas, me desquité con ellas, como si tuviesen la culpa de algo.

New Born me pareció un himno hermoso, después de eso.

Odio tremendo... tenía en ese entonces.

Fui por una ducha. Mi propio olor me producía desagradables sensaciones. No había ruido, no había gente. Arriba solo estaba yo y el tipo del otro pasillo, que pasa mas tiempo que cualquiera encerrado en su cuarto. Nadie me vio entrar al baño, ni prender el cálifon, y la ducha no me traicionó arrojándome agua extremadamente caliente. Todo bien, de momento.

Bajé a preguntar por la lavadora. Estaba desocupada. La nieta de mi casera me dijo desde su cuarto que llegarían a la tarde. Todo bien, todavía.

(voy por la ropa)

La batea estaba vacía, por lo que esta vez no tuve que lidiar con agua en el suelo y trapos sucios... tampoco lidié con el tendedero lleno de ropa. Todo parece "bien" en un día como hoy. Pero yo no lo siento así.

Mi cuarto sigue siendo un chiquero. Y ya me comí la marraqueta y el jamón que tenía para el día (olvidé ponerlo al refri anoche. Hoy ya agarró sabor agrio... tenía que comerlo ahora)... el escritorio está lleno de porquerías... el suelo tapizado en pelos míos... el cajón de no perecibles tiene encima una ruma de ropa que no me ha dado la gana de quitar de allí. Y sí... mi cama aún está sin sábanas, y yo estoy aquí. Encima de ella.

Mientras tenía ropa lavando me puse a trabajar en el Extramaterial del Primer Semestre. No es de mis mejores pasatiempos... pero no me va quedando otra cosa más que hacer... más que estudiar. Aparte me salió 5 mil putos pesos (es enorme, debe tener sus 150 pags más o menos, de puros ejercicios y vocabulario), y ahí lo dejé. Intacto, casi inmaculado. Por último que valgan la pena... a ver si así mis notas suben algo, aunque creo ir mejor que el semestre pasado.

Ah... ya solo quiero que llegue el verano. No sé como voy a hacer para deshacerme de las cosas de mi cuarto, pero esos meses no me quedaré acá. Me voy a mi casa. Me llevo mi guitarra, un par de libros y a ver si tengo suerte y me encuentro una pega de medio tiempo que me dé lucas para la matricula del otro año. ¿Mochilear? Puede ser... mientras no me mate de hambre, cansancio y mugre corporal.

Que se termine luego, por favor. Que se termine sin mucho hullabaloo de por medio. No pertenezco aquí... No pertenezco allá; pero al menos allá me rodeo de rostros familiares. Me conocen las mañas. Sabrán valorarme por el solo hecho de estar "de paso".

De paso en todos lados... Jo.

Eso. Domingo qliao. Veré si puedo hacer de este cuarto algo decente... marrato hablaré con Bernarda por skype, que dice que ya se puede poner de pié, hace un par de días. Y mi hermana me retó ayer por no contestar el telefono (denuevo) y me pidio que me pusiera a la webcam...

Ah... Adios.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Cinco para las tres. Estoy devuelta en la sala de estudio de mi carrera, en el quinto piso del ed. biblioteca... frente a un bacón ideal para suicidas. Más que por conocer del nuevo servicio brindado por jefatura de carrera, estoy aquí por... no sé, irme lejos, un rato. Intento que el resto de los que están en la sala no lean lo que escribo (igual ridículo, considerando que acabo de pegar un enlace de ella en facebook y tumblr)... tal vez "ellos" no son mi público favorito.

Me siento extremadamente cansada. Hoy partí mi jornada a las 7:30, con una ducha torpe y un café dulce y negrusco. Llegué a la U a las 9:00. La clase de Taller Pedagógico se fue prácticamente en un foro de discusión, sobre nuestras experiencias en las prácticas. Relajado, poco tedioso, como casi nunca.

De ahí me vine a esta misma sala con el Anibal, Raúl, Nicolás... me puse a leer, a escuchar música. He decidido que mis miércoles serán de lectura, o en el mejor de los casos para hablar con Bernarda, si se creó su cuenta Skype, si me agregó a sus contactos...

(vuelvo luego, llegaron más compañeros)


Me vine al CT+. Antes de eso me quedé conversando con Ariel y Bárbara, que estaban en el balcón y me atajaron en cuanto salía de la sala... Casi nunca son de hablar conmigo. Ahora lo hacen... me buscan tema, me preguntan cosas. No es normal... pero al menos es buena onda.


Estoy harto cansada, y eso que duermo bien. Ya, sin contar que ayer a las 00:30 a la sra. Edith se le ocurrió que martillaran la muralla que da a mi cuarto, para instalar el TV cable en el segundo piso. Igual son medios locos en la pensión, he llegado a concluir. Pero me dan de todo... así que no me puedo quejar. Sigo en situación de cueva tremenda, porque sigue siendo poco común que una mina salada como yo se pille lugares equipados como ese.

Y estoy sola, que es lo que siempre quise, ¿No?

Y si po... a la hora de almuerzo invité al Anibal a comer pan con queso-jamón y jugo light al casino, y no me hizo ni rasguños en mi estómago. Hablabamos de un par de temas forzados por mi (creo que estoy perdiendo de apoco el hábito del diálogo corriente-espontáneo. No sé si es bueno o malo), como libros... Stephen King... etc. etc. etc... Luego fuimos afuera, a las rocas, como las focas (aún soy seca rimando, jojo) y me sentí incómoda porque...

(en mi pieza)

... ninguno del grupo con el que nos reunimos compartía ramos conmigo, y como me lo comentó por ahí una compañera... los de la sección 3 somos como "fantasmas", nadie nos ve en nuestro ir y venir...

Esto y otros factores puede que hayan influido en que me estoy volviendo bastante distante de todos... Le perdí el toque a ser sociable. A ratos sí, hay buena onda, hay fluidez cuando nos juntamos de a varios, o en mi casa, cuando estamos todos, o cuando mi hermano nos lleva a la casa de sus suegros... pero la mayor parte del tiempo la paso en mi cuarto, con mis ideas... con mis propios royos. 

En una de esas la rosita, una compañera, tenía razón conmigo. Puede que a la larga termine siendo la Paula independiente que he soñado ser de chica. Porque como habré escrito antes, a re-temprana edad dejé la fantasía del vestido blanco y el arroz en la cabeza... la casa de ciudad con patio grande y un perro y un par de pendejos corriendo por ahí, con mis ojos y pelo en sí mismos. A las finales sé que mi familia segura a futuro es mi vieja, y con eso me siento feliz. 

Ya... esto no tuvo tanta profundidad como hubiese querido crear al mediodía... pero ahora estoy aún más chata, y tengo que escribir un review de una noticia fome para Competencia Lingüística. Y dormir suficiente. También. 



"Aprovechando esta soledad me deslicé lentamente hacia el escritorio de Juan Luis. Había un cajón, uno entre esos muchos del antiguo mueble donde Juan Luis depositaba todo lo que tuviese que ver conmigo, todo lo que se relacionaba con nuestra supuesta vida de enamorados, no con nuestra vida matrimonial administrativa.

Abrí ese cajón. Buscaba mi caligrafía. Desde que éramos novios, yo le escribía a Juan Luis. Desde el principio viajó mucho y yo sentía la necesidad de colorear esas ausencias. ¿Necesidad o deber, me pregunto hoy? Partía y yo fabricaba divertidos cuadernos y en ellos le hacía cartas-diarios de vida. Diez papeles amarillos recortados de sobres de revistas, con un clip rosado en su esquina. O veinte papeles de envolver, cuadrados y grandes, corcheteados al costado. Según el largo del viaje era la longitud del block que yo inventaba. En ocasiones incluso agregaba una portada, una gruesa cartulina de color llamativo y las titulaba: «Viaje a Venecia. Abril 1983». Cuando vino el boom económico de finales de los setenta y pudimos comprarlo todo, el goce de estos blocks aumentó: las librerías eran un carnaval para este pequeño hobby.

Sagradamente, cuando Juan Luis volvía, le entregaba mis cartas, poniéndolo así al día de toda su ausencia en un lenguaje ligero y con humor: desde el primer diente de Jorge Ignacio hasta cuando subió el dólar, luego de jurar el gobierno que no lo haría, hasta de los 39 pesos le hablé. Era mi gesto de amor.

Ahora las tomo en mis manos y siento cómo se acelera mi corazón. Mi caligrafía grande, confiada y bonita. Siempre las lapiceras, nunca los lápices a pasta. Mi Sheaffer con pluma de oro, objeto amado, con tintas negras brillando en la redondez de mi escritura. Siempre negra la tinta, mi distintivo. La Sheaffer ya no me sirve. Están casi gastados sus bordes, tanto uso. Debiera tirarla.

¿Valdrá la pena guardarla para Trinidad? Falta tanto para que ella la use. Tirarla mejor. No acumular nada.

Un día compré un frasco de tinta Pelikan de color turquesa. Llené mi pluma de oro. La estrené en un cuaderno personal —ya no para Juan Luis—: «A partir de hoy, dejo el negro. Escribiré PARA SIEMPRE en color turquesa». Eso ocurrió dos semanas antes de. Quedó el turquesa flotando, mis ojos ven su fantasma. Palabras turquesas.



Vuelvo a las cartas y blocks que miro sin comprender, tratando de acordarme cómo era, cuándo era esto de escribir, de que fuera natural escribir, un don tan básico, mínimo, evidente, y hoy no comprendo lo que mi propia mano dibujó, los signos que yo misma hice. Los reconozco sin entenderlos y creo que así puede comenzar la locura. The dream was too much for you to hold. (Over and over I keep going over the world I knew.)

Los blocks para Juan Luis hasta aquel día. Juan Luis volvía de São Paulo. Le entregué como siempre su regalo: mis cartas. Se las llevó para leerlas. A la mañana siguiente le pregunté su opinión sobre mi pelea con mi hermano Felipe.

—¿Qué pelea? —me miró desconcertado—.
—La que te conté, sobre los fondos para su campaña.
—Blanca, llegué anoche, ¿cuándo has alcanzado a contármela?
—En las cartas, Juan Luis.
—¡Ah!
—Me agradeciste el block anoche, luego de haberlo leído, ¿te acuerdas?
—Sí... —un silencio corto—, creo que no llegué a esa parte.
—Pero si te la contaba en la segunda hoja.
—No recuerdo...

Me dolió. Preparaba con tanto esmero su presentación, sus formatos, el color de los papeles, la escritura misma, las anécdotas, las inspiraciones amorosas.

La segunda vez que se repitió una escena parecida, lo comprendí. Las miraba, las agradecía y las introducía en el cajón de los recuerdos. No quise preguntarme desde cuándo no las leía o si las leyó alguna vez.

Entonces no le escribí más".
"Por supuesto esa noche le hablé —fragmentadamente— a Juan Luis.

—No pretenderás que la lleve de secretaria al banco, supongo. De partida, debe hablar inglés. Y con la pinta que la describes...

—Pero debe ser harto más culta que las modelos esas que atienden tu oficina. Después de todo, escribe poesía.

—No es mucho como currículum. En este país uno levanta una piedra y aparece un poeta. ¿Ha publicado?

—No creo.

—Patético, Blanca, patético. La poetisa inédita. Típico de las mujeres escribir poesía. Y si se meten con la novela, siempre son cortitas. Todo mínimo. Muy femenino.

—Yo no sería capaz de escribir un solo verso, Juan Luis. No la mires tan en menos.

—Tú no lo necesitas, mi vida. Tú no necesitas nada para hacerte camino. Tu naciste pavimentada".

martes, 8 de octubre de 2013

La Entrevista.



Gente. Gente desconocida, pero con algo en común. Todos y cada uno de ellos compartían la misma emoción de presenciar la presentación de su ídolo.

Ella se desplazaba en el escenario del auditorio como quien llega a su departamento a servirse un café, prender la tv y echarse en el sofá: totalmente relajada. Totalmente en casa. En cuanto hablaba en su cátedra de las maravillas acústicas que pueden producirse con inimaginables elementos corrientes de nuestro diario vivir, y de sus efectos positivos en el oído y mente humana, nada parecía más convincente, ni más cierto. Ella era no solo la artista del momento. Ella era una nueva especie de genio.

Detrás de mi lente, estaban mis ojos y mi mente perdidos en la enorme incertidumbre. Era como esos momentos en los que los montañistas acaban de llegar a la cima más desafiante: ya estoy aquí. “¿Qué más puedo hacer ahora?” se preguntarán. “Qué más puedo hacer ahora”, me preguntaba yo, detrás de mi lente, observando a la razón de mi gran odisea. Observando a mi Elisa, después de tanto, tanto tiempo. A ratos me perdía en su voz astuta, en su manera de caminar, en su cabello largo, en sus manos recorriendo el mástil de una guitarra poco convencional.

Al terminar la presentación comenzaría la ronda de preguntas, en un salón próximo al auditorio. Acompañé a mi compañero de equipo, hacia las proximidades del escenario, para saludarle. Un par de mujeres a mi lado, con credenciales de la revista Caras, hablaban de las posibles maneras de sonsacarle información acerca de su lugar de residencia (Lleva años moviéndose de un lugar a otro. Nadie sabe muy bien si acaso posee un “hogar” estable). A mi otro lado, un par de sujetos con pinta de coleccionistas, comentaban con gracia sobre la vez en que asistieron a su firma de libros, pudiendo compartir una breve charla (lo que para ellos significaría el comienzo de una posible amistad, según pude oír). Al centro de todos continuaba ella recibiendo el cálido pero poco auténtico abrazo del director del teatro, y algunos profesores y colegas de la escuela de música. 

Todo mundo parecía querer demostrar su nivel de cercanía con la artista, cuánto le conocían. Todo mundo, empapado en falsa empatía… Cuánta nausea me produjo rodearme de personas así. 

Luego de casi una hora, Elisa quedó casi libre de acción. Cristian se atrevió a adelantársele a los corresponsales del Mercurio, le tocó el hombro preguntándole con teatral prudencia si sería posible brindarnos un par de minutos para realizar una breve entrevista, a nombre de nuestra emprendedora (y bastante criticada por los ‘grandes’) agencia de periodismo cultural Aleph. Algo severa, le respondió que no había problema, siempre y cuando no tomase más de 20 minutos. 

-Ustedes no son de la ciudad, ¿Verdad?” preguntó a mi compañero, ya ubicados tras bambalinas. 

- No. Venimos de Concepción… pero ya nos estamos haciendo camino en otros lugares. Hace un par de meses logramos establecer una nueva agencia en Santiago.”, dijo Cristian. “El es mi compañero J…”

- Enrique -dije apresuradamente. Luego volví a hundir mi rostro, fingiendo que configuraba alguna función de la cámara, antes de comenzar la filmación. Me miró por unos segundos, tal vez consternada por mi reacción. 

-Si… bueno. Primero que nada te damos las gracias por darnos unos minutos. Nos gustaría hacerte un par te preguntas, concernientes a tu última gira y a tu recién publicado libro ‘Ordinary Symphonies’… Pero antes, permíteme preguntarte: ¿Sería posible dejar registro visual de esto, o preferirías solo una grabación?”

-No, no te preocupes por la cámara. Hace tiempo que ha dejado de incomodarme. Por lo demás podría apostar dos veces a que el resto de los periodistas han de desear el mismo formato. Por favor… continúa”.

Mi corazón palpitó tan fuerte del solo hecho de poner en duda mi permanencia en la sesión… Ella apenas ha puesto reparos por mí como fotógrafo y ahora camarógrafo. Ella mucho menos ha puesto reparos en mi mismo, como quien hubiese compartido y conocido tanto más de ella que todos los idiotas de allá fuera. 

Cristian y Elisa hablaron rápida y prendidamente sobre sus viajes por Sudamérica, norte de Europa y Rusia, de sus colaboraciones con músicos experimentales e incluso un par de psicólogos… sobre sus expectativas en relación al libro… sobre sus próximos proyectos en Chile. “Chile necesita despertar y darle cabida a nuevas formas de expresión… nuevas formas de arte. No podemos seguir pretendiendo ser una comunidad evolucionada por el simple hecho de copiar costumbres occidentales superficiales, y algunas incluso reprochables”, dijo de pronto “Cuando me fui de Chile lo hice porque su escepticismo artístico me cortaba toda motivación. En general no están tan acostumbrados, ni les interesan tanto las novedades que puedan ofrecer proyectos como el mío, y tantos otros que desgraciadamente acabaron hundidos gracias al prejuicio. En Venezuela, México, Reino Unido y Noruega (que fue en donde más tiempo pasé trabajando) encontré gente entusiasta con mis ideas. Gente con esa noción de “Ya. Hagamos algo nuevo… ‘construyamos’ nueva música. ‘Revolucionemos’ el campo de los sonidos”. Y lo hicimos. Y resultó. Y al final, a causa de los logros hechos afuera, y al apoyo que me da todos los días mi equipo (La Juanita Montero, Benjamin… Mark y Korie), vine a convertirme en un favoritismo en chile… ¡En un orgullo! Aunque claro… por su puesto estoy plenamente agradecida de esa audiencia chilena… que de alguna forma se ha sentido verdaderamente identificada y a gusto con mi trabajo”.

-A partir de esto último… ¿Sería posible tenerte de nuevo por Chile próximamente? Tu regreso y primera presentación oficial, hace unos tres años, tal vez no obtuvo tan masiva convocatoria. Sin embargo esta noche, claramente, pudimos observar un auditorio repleto, sobre todo de gente joven…-le preguntó mi compañero, 

-Si… mira… es difícil. Sobre todo porque aún estamos a la espera de cómo será recibido el ‘Ordinary Symphonies’. Creo que a partir de los resultados que logre luego de ponerle en venta... más el cronograma que tenemos para producir el próximo disco, más las fechas ya comprometidas en otras partes… podría empezar a pensar en ello. No sabría decirte muy bien cuando estaré de regreso… espero que pronto, eso sí. Me sentí muy cómoda esta noche. Muy emocionada, también… por la recepción de un público joven. Fue verdaderamente conmovedor…”

-Hum, comprendo -continuó Cristian- Pero… si te lo propongo así”

-Aver…-respondió Elisa, acomodando su cuerpo hacia adelante del sofá… desafiante, expectante… 

-¿Sería posible dentro de dos años?... ¿O más?

-… Hum…-Elisa lo medito por un par de segundos, sonriendo con el pulgar en sus labios -… Considerando que entre mi primera visita y esta me tomé dos años y medio… creó que esta vez podrían ser dos (es-pe-ro), o algo menos.

-¡Genial! Supongo que este dato dejará más que conforme a tus fans Elisa, y por supuesto también a nosotros. Bien, con esto damos por cerrada esta entrevista… Elisa Marín, te damos las gracias por habérnosla permitido…

-No hay de qué… fue un placer para mí haber podido colaborar con ustedes. 

-¿Nos veremos a tu próxima visita? Se aventuró a preguntar Cristian, con descarada espontaneidad… sin embargo era la pregunta que esperé desde el comienzo, ansiosamente.

-Si ¿Por qué no? Haré lo posible por visitar Concepción nuevamente… tal vez sería más grato reunirnos allá. De paso me servirá para reencontrarme con mis viejas raíces.

-Perfecto. Entonces nos vemos, Elisa. Exito en tu libro y próximos eventos… fue un placer

-Igualmente chicos. Éxito también para ustedes.

Detuve la filmación, revisé en breve si había grabado correctamente o no (con mi nerviosismo pude fácilmente haberlo estropeado todo). Estaba todo en orden. Ella se había puesto de pié para despedirse de Cristian y de mí, en cuanto una asistente golpea y se asoma por la puerta, avisándole que los del Mercurio le están esperando. Rápidamente se despidió de nosotros con un suave pero firme apretón de manos. Cristian cruzó el umbral de la puerta en cuanto ella pronunció mi seudónimo, o al menos eso me pareció. Me di la vuelta algo confundido.

-Perdona mi impertinencia, pero... tu rostro me parece extrañamente familiar. ¿De casualidad nos conocemos de alguna parte?

Le miré a los ojos consternado. No supe que responder… que debía responder. Qué debía responder.

-Bueno, yo te conozco más de lo que tú a mí. De eso no hay duda. Lo siento… es probable que me hayas confundido con alguien más”.

-Hum… tienes razón. 

Me dirigí a la puerta. Mi mano había llegado al pestillo, cuando ella se me acercó, y continuó:

-Te parecerá loco, pero creo que me gustaría verte de nuevo. ¿Te parece reunirnos mañana, a charlar, solamente?

Entonces colapsé. 

-Bue… -miré hacia el exterior, más allá de la puerta, como queriendo salir corriendo- Si. Sería un honor. Pero… ¿por qué? 

-No lo sé -me respondió. 

Sacó una libreta del cajón del escritorio que tenia detrás. Puso en cursiva una dirección y la hora, y me lo entregó. 

-Piénsalo -dijo finalmente, y se marcho veloz. 

Ella me recuerda. 
Ella todavía me recuerda. 

Guardé la cámara, apagué la luz del cuarto, y me fui. 



sábado, 5 de octubre de 2013

Me retracto. Habemus plata.
Beca qlia me salvaste el día.

Fosil

"Morning!"

No sé que caso tiene orinar antes de irme a dormir... si a la mañana despierto con la misma puñetera necesidad. Por ahí se le considera como un síntoma ansioso... Por otro lado dicen que es normal que las mujeres acumulemos líquidos en el cuerpo. Entonces me imagino mi cuerpo repleto de acueductos.

No sé que gracia tuvo eso que dije en Face, sobre tocar guitarra todo el día y asumirme en estado de fosilización. Y no le hallo la gracia. En Linguistica Aplicada hablabamos de un punto en la vida del estudiante de segunda lengua en el que simplemente se estanca. De apoco su Language Acquisition Device deja de funcionar, recibiendo conceptos y morphemas nuevos. Ya no puede aprender nada más. Esto no significa que el fulano haya llegado a la cumbre del dominio del idioma. Significa que se le pasó el tren. Fácilmente pudo haber quedado en la mitad del camino pero su mente tiró la esponja, tal vez sin siquiera avisarle. En resumen, pienso que no voy a volverme más capa como hubiese querido, por tocar guitarra una tarde entera. A menos que tome clases más adelante, saliendo de la U... Paula la Rockstar solo será una desconocida leyenda. De esas que contaré a mis alumnos, y ninguno creerá.

... debería ponerme de pié, ir por una ducha... ir a comprar pan para comer por el resto del día... em, y otras cosas que tienen más que ver con lo personal. Aparte salió algo a la tarde en el depa de la Pancha... algo piola, supongo. Lo fome es que para todas estas cosas una necesita plata. Igual tengo, pero me da hasta verguenza salir de mi pieza y que me vean por aquí como si nada, aunque no haya pagado un puto peso de octubre...

El día en que pueda saldar toda una vida dejaré de estar preocupada de mirarle el caracho a la gente. Pero para eso, todavía falta.

miércoles, 2 de octubre de 2013

"cartas de amor"

"No sé a qué viene eso de la sorpresa del resto a contrarse conmigo deambulando por ahí a solas. Por todos lados siento las extrañas miradas de gente no-extraña. De pronto el "enmimismamiento" viene a ser algo curioso; aunque, de momento he de recurrir a él solo porque prefiero aprovechar mi tiempo libre estudiando (a eso vengo y me costó llegar, para eso pago,).

Como le dije a la Pancha, me quedé acá a estudiar todo lo que no hice durante lo que va de semestre, todo lo que no hice anoche, por escribir el puto journa que tuve que entregar en la mañana (y a medias, más encima). Salí de TP, me banqué treinta minutos de fila en el casino para comprar un miserable pan con jamón-queso, jugo y chicle. Volví al edificio en donde tengo clases, me senté a leer el grammar reference con la música a más no poder. Milagrosamente, puedo afirmar que aún recuerdo grán parte de lo que leí; y más importante: lo comprendo.

Después me puse a leer el libro que me recomendó la ceci, de Marcela Serrano. Se llama "Para que no me olvides". Lo busqué por el nombre, porque es chileno y tiene vocabulario cercano. Nunca había leído a Serrano antes. Le conocía eso sí, por un curso de mi colegio que llevaba su nombre (un 7º, creo). Hasta el momento, sé que se trata de Blanca, una mujer de 30-35 años que sufrió un infarto cerebral y...

(Interrupción)

... queda con afasia (incapacidad de comprender y producir lenguaje, por lo que entendí). Luego de llegar a esa parte concluí que ya no era tanto el nombre lo que llamó..."

(otra interrupción)

...

mi atención, si no que más bien el tema del lenguaje. Uno obvia estas cosas... de primera me costó comprender el significado de tener ideas en tu cabeza, recuerdos, "conceptos" sin codificar, imágenes, emociones... y no poder comunicarlas. Frustrante es no poder producir comunicación, y entre otras cosas, hacer entender al resto que no porque no entiendas idiomas ni letras estás vacío por dentro.

Somos seres sociales, después de todo.

Ahora acabo de terminar de ver Volver a Nacer, una película que recomendó por facebook la pancha. Supongo que de ahora en adelante deberé aprender a valorar un poco más sus recomendaciones. Sin duda me dejó con la sensación de casi tocar y vivir la crudeza de su historia. No vale la pena ponerla aquí (de veras que no). No merece la pena ser ignorada como tantas otras cosas que voy dejando aquí y en tantas otras partes.

Dije que me iría a la cama a eso de las 20:00, y sí. Lo hice. Ahora... no especifiqué si dormiría a esa hora o no. Son las 22:15 (temprano aún)... y aún tengo la presión en el pecho que me recuerda que debo sentir culpa de no haber llorado una puta lagrima durante el film. Con el tiempo se aprende a llorar para adentro. El mundo de hoy forma personas que lloran y gritan carcajadas para adentro. Me va a dar una de esas enfermedades del siglo XXI... tal vez.

El otro día quise hacer la terapia de cambiar perspectiva. Apenas me resultó. Quise imaginarme a mi misma en otro momento, pero en mi cama, como lo estaba en ese entonces. Tal vez por eso no pude.

No viene al caso eso último. Juro que tenía una idea... un punto al que llegar con eso, pero al igual que en mi clase de TP, no tengo cabeza para producir todo lo que siento y pienso... son demasiadas cosas.

Y no. Como ya se habrán dado cuenta, esto no es una carta de amor que hubiese comenzado a escribir en mi enmimismamiento universitario. Es otro de los tantos capítulos reflexivos -no emocionantes- que suelo dejar a vista y paciencia de uds. Lamento si decepciono al compañero de clase que me lo preguntó.

"Buenas" noches...

Memento.

Ese último sábado en el campo, esa mañana, nos tendimos las tres al sol. El pasto —un poco fresco por el rocío de las primeras horas— nos obligó a sacar los chales de la abuela, todos escoceses con sus flecos ajados, y los parlantes con su sonido amplificado hacia el jardín eran la imagen exacta del bienestar. Libres y compañeras, cualquier duda la despejaba ese aire diáfano. Yo no pensaba: soy la más tonta, Sofía me mira en menos, Victoria no perdona mi frivolidad, no, ninguna inseguridad que no cubriera el afecto. Las miré contenta, por última vez como ser vivo —pero por cierto eso yo aún no lo sabía— y amé esas matas enormes de pelo tan negro de Victoria confundiéndose entre el pasto y el escocés, y la calidez del castaño de Sofía. Cómplices. Sofía, la pieza clave que rompía la asimetría entre Victoria y yo, limándola. Ella siempre nexo, todo nexo de todo con todos.
Marcela Serrano.
Para Que No Me Olvides.