domingo, 3 de febrero de 2013

Hoy es domingo, 03 de febrero de 2013. No esperé que una fecha como esta estuviese tan cerca. No tiene nada de especial... es solo que creí se tardaría más en llegar.

Me deprime un poco pensar en que la mayoría de quienes conozco andan de vacaciones, o emparejados, o de carrete, o trabajando en algo divertido. Yo no he hecho ninguna de las anteriores. Lo curioso, es que no solo no las he hecho durante estos meses; no las he hecho nunca.

Entre ayer y hoy termine de leer el primer volumen de The Sandman, Preludios Nocturnos. Me gusta la idea de iniciarme formalmente en el comic con una joya literaria como esta. Es bien extensa, y como asegura el mismo Neil Gaiman en las últimas paginas, lo mejor está en los próximos volúmenes. Volví a leerle porque en realidad no me queda más que hacer... a veces me desespero por no hablar con nadie. Ni con mamá puedo. Es raro, pero cuando se me acerca no me nace hablar algo con ella. Me hostiga un poco. Y a la vez me llena de culpa.

Ella sabe que prefiero estar sola. Ya se resignó a verme en mi cuarto la mayor parte del día, en cama y con el computador sobre la panza. Al menos no me reviento en la disco, no me drogo (aún), no hago nada. Soy un mueble (ella misma me apoda así).

En fin, es lo mejor que puedo hacer... a ratos tengo imágenes fugaces de la gente que dice extrañarme, que me escribe en internet mandando saludos y preguntandose qué ha sido de mí todo este tiempo. Les veo preocupados, y a veces dolidos de mi apatía y desatención. Pero luego me vienen las otras imágenes fugaces  de ellos en la playa, celebrando alguna fecha importante en familia... viajando al extrangero, asistiendo a un recital... Entonces concluyo que ellos no están tan mal. Al menos no más mal que yo.

Ahora mismo mi compañía más cercana es la gata de mi abuela, a quien ahora último le ha dado por dormirse sobre la cabecera de mi cama, o en la repisa en donde abulto mi ropa desordenada. Y aquí está, a mi lado izquierdo, con el cuerpo flácido, dormitando. Llevaba días algo extraña. Se subía al entre techo y se quedaba allí tardes enteras. Comía poco... Mamá tuvo que cerrarlo y entonces se fue al cuarto de mi hermano. Cuando el vino hace unos días, huyó de allí (le tiene miedo, porque siempre arma alboroto, camina rápido y reclama en voz alta). Así fue como acudió a mi aposento, en donde yo no la correteo ni le hostigo tanto. La dejo ir y venir cuando le place. Supongo que anda en las mismas que yo. Tratando de encontrar comodidad, cariño, libertad y calma.

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