sábado, 16 de febrero de 2013

hostilidad


hoy fue el cumpleaños de una amiga, de esas pocas que tengo de años. Su padre acabó ebrio, le discutió por cosas sin sentido y le maltrató delante de sus hermanas, y de nosotras, sus dos amigas. Cuando estaba en eso yo me sentí impotente. Quería ponerme de pié, poner freno por mi cuenta, porque nadie hacía nada. Me contuve porque veía venir que todas se me lanzarían encima, como la patuda que se mete en problemas ajenos. Para ellas, a mi no me correspondería. Hubiese sido más coherente que una de ellas, sus hermanas, pusiese punto final, lo echase de la casa. Pero nadie hacía nada. Ni siquiera ella, que casi le dejaba por completo que le moreteara más y más el brazo de tirones. Luego de que al final se fue, comenzamos a hablar. Hablaban más ellas de yo. Yo no sabía que decir... y lo que decía me salía muy torpe. Al final reconocieron que no hicieron nada por no hacerle sentir mal a ella, porque es su papá. Porque el le manipula como quiere y ella lo tiene solo a él, y lo defiende incluso cuando se comporta como un cabrón. Ella tiene lástima de él, porque el solo la tiene a ella. Ella le tiene miedo cuando le levanta la voz. Ella sentiría culpa si algún día se va y lo abandona, o si incluso este atenta contra sí mismo por su cuenta.

Yo no sé como ayudarla. Porque no conozco la violencia como la conoce ella. De partida ni sé como reaccionar cuando en mi propia casa mi hermano discute autoritariamente, sin tener la razón, o cuando mi hermana discute e insulta a mi mamá y a mi... Yo prefiero ignorarles, lo cual no está bien. No es suficiente. A veces me excuso pensando que aquello es lo que más les duele. Que no responda nada, que no haga nada. Cuando en realidad eso es lo que les da certeza de que no lo hago no porque no me interese, si no que porque no soy capaz. No sé por qué, pero tengo razgos más bien pacifistas. No me gusta la violencia ni sé como detenerla, como defenderme. Con las letras soy osada. Aquí mismo, pueden verme debatiendo con argumentos y vocabulario fuertes. Pero en la vida real soy solo la mitad. Soy hostil con los extraños, con los más blandos. No con quienes me tratan con hostilidad.

No debiera de ser así, pero ya que estoy (y estamos todos) inmersa en una sociedad corrompida, en donde puede venir hasta alguien de mi propia familia a tratarme injustamente, a faltarme el respeto o violentarme psicologica, fisica y moralmente, tengo que aprender a defenderme, o a defender la integridad de quienes más amo. Por ahora creo que puedo tener muchas cualidades, pero tengo muy poco del coraje, que hoy en día se necesita siempre.

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