domingo, 23 de septiembre de 2012

Para Escritores:


"El año anterior, 1966, Josué de Castro, dueño de una vanidad tan frondosa como la de Gilberto Freyre, pero igual que la de éste, es decir, una vanidad que no molestaba a nadie, había pasado unos días en Santiago.

Una tarde en que no tenía tareas oficiales la pasamos juntos, conversando libremente en uno de los bonitos parques de Santiago, Josué, Almino Affonso y yo. Hablando sobre lo que estaba escribiendo, de repente nos dijo: "Les sugiero un buen hábito para los que escriben. Terminado el libro, el ensayo, métanlo en 'cuarentena' por tres o cuatro meses en un cajón. Después, en una noche determinada, sáquenlo y reléanlo. Uno siempre cambia 'algo''', concluyó Josué, con la mano en el hombro de uno de nosotros."

Paulo Freire.
Pedagogía de la Esperanza.

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