lunes, 10 de noviembre de 2014

Una nubada trajo una propuesta.

Al final decidí hacerle caso a mi compañera y detener abrutamente mi micro-clase. Los chicos del fondo aplaudieron. No fue precisamente una felicitación. Es entretenido, ahora que lo pienso, como los niños no necesitan tantas clases de lenguaje para saber algo de mensajes retóricos, de ironía, de lenguaje no verbal. Los miré fijo unos segundos, y la profesora les dijo algo que no recuerdo. No hubo tiempo ni de sentirse abochornada. Tome mis cosas y me fui a Lengua 6. 
Ellos aplaudieron porque no me necesitaban.

Escucho un album que me recomendaron hace más de un año. ¿Por qué dije lo de las porristas?... ¿Por qué no mejor agradecí la sugerencia y ya?... Se erizan los cabellos de mi piel. Ya no le hallo gracia. 

Hoy volví luego de una semana de ausencia a la sala. Los chicos andaban en la suya, como siempre. O sea, que estaban en sus cosas, que nosotras no eramos más que fantasmas. Fastidiosos fantasmas. En la fila del acto me volví más profe. Pero adentro de mi había alguien que quería estar en otra parte. Si supieran que solo hubiese querido estar en una plaza tocando guitarra y recibiendo chauchas para gastar en el día... Si supieran...

Si supieran lo que es decir adiós a un sueño caprichoso... Si supieran lo que es ser obediente por necesidad... 

A propósito de necesidad...

Este fin de semana volví a la casa de mi tía. En vez de un viernes fui un sábado. En vez de estar en el hospital, mi tía estaba en la casa, con la familia, menos uno. En vez de estar en el hospital, mi tío ya está en otra parte. Otra parte que ni yo ni nadie sabe dónde queda, o si existe o no. La misma parte donde podría estar mi padre, y mi amiga. 

Ese sábado hicimos sobre mesa con la tía a solas, con una segunda taza de café (intenté escribir tres veces seguidas esta última palabra y en vez decía 'facé'. No es la primera vez que me ocurre). Me preguntaba cosas de mi vida... de mi día a día... cosas domésticas... cosas académicas... cosas de plata... En fin. El asunto es que sin tanto rodeo, me dijo que ahora las cosas en su casa serían obviamente distintas, pero que además estarían en mejor situación para recibirme una vez más, si es que yo quería volver, claro. Esto luego de yo haber mencionado lo de mis crecientes deudas universitarias... aunque creo que de todas maneras el ofrecimiento iba a venir de alguna forma. Pese a que en el fondo quisiera volver mañana mismo (porque acá me siento ya demasiado extraña), le dije que preferiría esperar a un tiempo... hasta lo que más pueda resistir, en mis propios pies. Le dije que tal vez para el próximo año... que me de tiempo, y que gracias, obvio. 

... La necesidad ha movido mis últimas decisiones. Quien soy y quien seré, que haré, dónde estoy y donde estaré, con quienes estoy y con quienes estaré... Todo se ha visto afectado por ella. 
Los que no entienden como funciono se van. Los que no entienden como funciono se seguirán yendo. Y cada año traerá experiencias distintas. Y yo debo estar preparada. 
Necesito estar preparada.

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