viernes, 25 de mayo de 2012



Dejé de mirar mis botas porque asumí que ya no me iba a resvalar. Miré al frente y ahí estaba, ensimismado. Miré la hoja de la puerta inutulmente. Escabullí mi vergüenza en otro sitio En eso que buscaba mis pastillas de miel y limón noté como temblaban mis manos. Tragué la pastilla junto con un sorbo de agua. Me dije a mi misma "deja esta huevada de ponerte nerviosa por cualquier cosa. Controlate, vale". Salí, hablé con gente... entré y los minutos fueron segundos. Entonces ocurrio lo mismo de siempre: no ocurrio nada.

"Qué más da. Al menos no ha desaparecido".

Más no me arriezgo. no pretendo alterar el curso natural de las cosas una vez más. Como si no tuviera suficiente de eso.

Una vez abatidos mis instintos, mis impulsos, salí con frente en alto. Me encaminé sola a casa.

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