sábado, 22 de marzo de 2014

Eres bueno percibiendo mis anomalías, después de todo... bastó un cambio de estilo, menos palabras, preguntas y bromas de mi parte, para asumir que algo raro andaba conmigo...

Ayer se me vino a sentar la melancolía a la izquierda, en la cama... a mi lado. Aun hablando contigo, como todas las noches... la impertinente viene. Viene a reclamar atención. Y entonces se me olvidó que contigo la soledad disminuye, que toda pena es menos significante. Se me olvida que si no estuvieras todo lo gris sería simplemente negro.

No me ofreces soluciones, pero a ratos lo intentas.
Me das energía para buscarlas.
Y como siempre temo sentir más que tu.
Como si de pronto los sentimientos fuesen un ente medible y cuantificable.

Después de todo, me das la luz del sol de inverno. El que me senté a esperar en las mañanas, en las bancas de un patio de colegio, con las amigas... Luz tenue, que no duele. Luz que intenta descongelarme de los prejuicios, y quiere verme sonreír.

No puedo decirte qué estoy bien.
Solo puedo decirte que contigo me siento mejor.

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