miércoles, 3 de abril de 2013

Panic Monster

abrí la puerta, eché una mirada al living, y no vi a nadie. Subí a mi cuarto, en donde recibí una bofetada de aire calido encarcelado durante todo el medio día. Estaba hecho un desastre... desde esa noche en que pesqué lo necesario y me fui.

No he hecho mucho... bueno. No he hecho casi nada. Pero me siento cansada. he pensado repetidamente en temas de la U, me viene el remordimiento por otras cosas aparte, o el miedo, o las ganas de seguir buscándome más defectos...

Es que aún ahora, estando como estoy, estando como esperé estar hace varios años... desde que era chica y la vida me apestaba, no me siento como creí que me sentiría. No di los cambios que se supone que tenía que dar. No he dicho o hecho la mitad de las cosas más importantes que me propuse; una mitad importante.

Por otro lado... ¿Qué mierda está pasando con mi personalidad? En una de esas resultó cierto el royo que me estaba haciendo, de que con el tiempo me vuelvo más como la gente que me desagrada. A lo más Batman, convertido en la fobia que lo cagó desde la infancia. Haciendo rápidas comparaciones con algunos... reconozco que a veces hablo la misma mierda que no quise escuchar, trato como no me debieron tratar... y cuando estoy en eso le bajo el perfil, lo reconozco. "No fui tan pesada tampoco", "No me embalé tanto hablando de mi", "no me reí tanto de el/ella", "no fui tan grosera".

Yo no era así.

Y puede que sea una coraza defensiva.

Ok, es bien seguro... y me carga la idea. porque sé que no es la forma. Así no se consiguen las cosas. Si hasta yo misma me aburrí de todo eso y los mandé a la cresta. Ser dócil tenía su encanto. Igual no hay que ser tan tan dócil, hasta volverte estúpida. Pero tampoco tan arrebatada ni desembuelta, hasta el borde de ser idiota.

Lo tendré en cuenta. Prestaré mayor atención a lo que digo, a como soy, a como me expreso... y pensaré mejor antes de dejar la cagada. Ser espontaneo no siempre significa apagar la cabeza.

Ya... me voy, a pensar en el trabajo que no envié el lunes... a abrazar la almohada como no hago con nadie, a inventar posibles soluciones para derretir un hielo que parezco haber creado yo misma. Y es que a veces estás pasando por algo tan bonito, que más que disfrutarlo y vivirlo a concho, te viene el miedo de que se acabe. En cuanto esa idea pasa por primera vez en tu cabeza, créeme que nada es lo mismo. Si la desarrollas más detalladamente es peor. Con el tiempo puede que te olvides de eso, y de verdad te dediques a gozar de eso que tanto te gusta. Pero es como si aquella cosa hubiese quedado en tu subconsciente y te hace hacer idioteces. No te das cuenta, pero estás convirtiendo esa idea tormentosa en la más puta realidad.

Al final te das cuenta de que has sido tú mismo, el que acabó matando esa cosa preciada.
Te das cuenta de que todo acabó tal cual hace un tiempo imaginaste en detalle.

Soy mejor que esta niña destartalada.
Tengo sentimientos, tengo cautela, tengo templanza, tengo prudencia... tengo todo para ser mejor.


Odio al pánico.
Me hace convertirme en cualquier cosa, y olvidarme de mi real cara.




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