viernes, 12 de abril de 2013

I already know what I have inside

Sin quererlo fui tan idiota. Pude haberme detenido a pensar mejor lo que iba a decir, o escribir. Era el momento en que podía ponerle fin a una seguidilla de errores. Pero estaba inconsciente... no tenía idea de que así no lo lograría. Estaba a un pelo, pero lo arruiné.

La "ansiedad" social me ha hecho perder contactos, chances... buenas amistades. Es algo que se apodera de mi cabeza, llenándome de preguntas, atropelladas las unas con las otras; desviándome a las más subjetivas conclusiones sobre lo que han pensado de mi, sobre como debo actuar o responder para lograr la aceptación que he querido. 

Como es lógico, estas cosas suelen tener una raíz oculta en el pasado, en la infancia. Yo sé bien que el responsable de mis primeros temores sentimentales no volverá nunca más. Pero su legado sigue vivo aquí adentro. La fobia solo se ha dormido, por años, meses, hasta que vuelvo a experimentar una nueva forma de sentimentalismo. Entonces una nueva forma de terror y anarquía abre los ojos.

Es entonces cuando creo los malos entendidos. Mi lenguaje se vuelve complicado, su forma verbal y corporal confunde, perturba. Escribo demasiado, hablo rápido, no puedo mantener contacto visual por más de 3 segundos y puede que me asalte una aceleración de mi pulso, o me hierva la cabeza, o (por el contrario) me venga un escalofrío, o me vaya a blanco sin poder procesar ni transmitir ninguna idea coherente que hubiese pensado decir anteriormente, fuera de todo lapsus nervioso.

Para justificar mis largos inmovilismo y auto-claustro uso mi tiempo leyendo y releyendo estudios psicológicos, que aparte de mencionar la totalidad de mis problemas como parte de un trastorno social común en muchos, recalcan que la presencia de ansiedad no es del todo mala. En menor grado, funciona como alerta natural, un reflejo que nos hace reaccionar frente a un potencial peligro. El problema surge cuando este alerta se descontrola, despertando ferozmente en situaciones sociales que no significan nada dañino, o que incluso son realmente una promesa de bienestar.

Esto último acaba totalmente con mi tendencia de eliminar todo contacto con quienes se ha desatado mi problema. la inhibición de toda experiencia social iría eliminando mi sano grado de alerta, y en consecuencia, me volvería un ser aun más vulnerable. Las propuestas de rehabilitación que he leído, me hablan de ir enfrentando poco a poco aquellas instancias sociales estresantes, yendo de las mas pequeñas a las mas grandes y decisivas para mi. Enfrentar con consciencia de mi, y cautela, iría fortaleciendo mi seguridad, al descubrir que luego de retomar aquellos contactos las cosas no han salido tan mal, o al menos no tan terribles como me lo imaginé. Sin embargo solo leerlo se esfuma mi entusiasmo por mejorar. Aún siento que me piden demasiado, vale. 

Recordarme de niña, leer viejas cartas y correos, mirar fotografías o pensar en como eran las cosas hace unos meses es... 

como decirlo...

Vergonzoso, pero nostálgico.

Me importa un carajo si dicen que retroceder la vista hace mal. son lo único que me hace retomar mi rabia, mis ganas de que nada bochornoso hubiera ocurrido. Mis locos deseos de haber usado las palabras perfectas y concisas, mucho más que cualquier otra cosa.


Anyway... ya puedo sentir como se me va la motivación de seguir escribiendo esto. Nadie que venga a leerlo hará magia para que esto se me acabe. La magia es lenta, y solo puedo hacerla yo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario