viernes, 12 de octubre de 2012

Nervios de punta, estrés, mala suerte...

Esto es solo algo que tenía ganas de expresar un loco día miércoles 10 de octubre, con toda mi humanidad. No en computador, si no que en mi vieja agenda, escribiendo a mano, como en los viejos tiempos:

Aquí, justo detrás de la letra de una canción que compuse hace una semana y que nadie nunca oirá porque no es un gingle, ni lo suficientemente pop, me pongo a escribir lo mierda que me siento.
Todo me sale mal. Hasta cosas estúpidas y simples. Me da rabia la mala suerte que tengo para lo que hago en el día a día, por eso pareciera que me lo paso corriendo. Yo solo me miro, miro a los demás de mi edad y bueno, lo primero que puedo distinguir es que ellos se ven bien, mejor que yo. Andan arregladitos, peinaditos, huelen a perfume de frasco de vidrio, sonríen, andan con poco peso en sus bolsos, con el dinero necesario (o más) y siempre relajados, sin grandes preocupaciones. Yo me veo descuidada, no me arreglo a menos que evalúen presentación personal en la U, a veces el tiempo de las mañanas solo me alcanza para la ducha y el desodorante, mi ceño sigue acostumbrádamente fruncido, mis finanzas ir siempre al límite de cumplir con cubrir mis necesidades y pagos universitarios y no, ya no empleo el término "relajo" en mi vocabulario y ni recuerdo comos se siente.

Ayer se me pasaba por la cabeza la idea de no haber optado tomar un año sabático. Osea, ni tan sabático. Creo que podría haber trabajado en alguna parte, livianamente (una librería, empaquetando en el super, haciendo y vendiendo artesanías...) como para no ser solo una carga para la casa. Me hubiese gustado tener un año, uno solo, para respirar un poco, porque (esto sueña exagerado, pero juro que no lo es) siempre he andado como ansiosa por la vida; TODA mi vida. Siempre he esperado a que sea mañana, pero olvido pasarlo bien en el hoy.

Hoy en la mañana, luego de la exposición de Taller Pedagógico, Anibal me contó que con las chicas notaron una alergia facial, en el momento en que estaba en medio de mi oratoria; que me rasgue la cara y luego de eso se me marcaron unos granitos rojos. El me dice que puedo estar pasando por un tipo de trastorno nervioso. Lo sabe porque lo ha visto en su hermano, que a veces sufre de eso. Entonces ahora me sugestiono, me sonrojo y sufro de alergias. Todo producto de los putos nervios, el estrés, la mierda que todavía me queda dando vueltas adentro.

La cosa es que se me ha hecho hábito hablar poco de estas cosas con el resto, de lo que me pasa. Hablo mucho, aveces, es cierto. Pero es más de lo trivial, de las tallas entre amigos, de las clases... Los momentos que uso para aliviar la presión interna son cuando escribo (así como ahora),  toco guitarra, canto a todo pulmón, en mi cuarto, a puerta muy cerrada. Ahora mi guitarra no está conmigo, tiene las cuerdas oxidadas y le falta la perillita para darle volumen y que mi hermana perdió por ahí, cuando la movió de lugar. Hoy quise comprar audífonos porque mi hermano se enfadó al enterarse que tomé prestados los suyos de mi cuarto, y me salieron malos (ok, estaban bien, pero no le hacían a la entrada de mi celular, entonces no me sirven). Ah! Y antes solía escribir directamente en mi netbook, pero la entrada para el cargador se hechó a perder (según averigué acá en Temuco, me saldría a eso de $24.000 o $40.000).

Ya ven, soy un saco de mala suerte. Estoy podrida o rodeada de bruj@s que por alguna razón me odian lo suficiente para desear que mi vida de estos giros.

Congrats! ¡Lo estan haciendo muy bien! 



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