jueves, 26 de enero de 2012

Todabía recuerdo como hace dos meses oía lo más hermoso de la vida por medio de una voz agringada. Fue uno de esos momentos en que para variar estas sola y no sabes con quien desahogarte. Momentos en los que gritar, retorcerte y saltar de alegría no te bastan.

No basta. Presisamente es lo que pienso. No basta que halla sido bonito si no fué algo consecuente ni trasendente. No basta cometer una falta, arreglarlo y volver a cometerla. Oye, un regalo del día de las madres puede emocionar mucho, pero si el chico hincha los 364 días restantes del año NO SIRVE.

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