viernes, 27 de enero de 2012



¡Aasdasdjasdjhashasjdahaaaaaa! ¡Soñé algo que terremoteó mis hormonas! Pero fué como esos sueños que duran muy poquito y tienen cero coherencia. Solo cuando ya despertaste e intentas acordarte de ello te percatas de esto y te preguntas cómo dijiste y hablaste y viste cosas de las que no tenías menor idea y ni te inmutaste. Era como estar en un mundo real maravilloso en el que pasan cosas muy raras pero para tí son de lo más normal. En este contexto tan retorcido estaba yo, viviendo una fantasía, en una perspectiva cotidiana, es decir, estaba tan inmersa en todo eso, me creí tanto el cuento que pensé que no se iba a acabar nunca. Que era totalmente real. Y por eso mismo no le tomé el peso ni lo disfruté como debí. Pero como dije antes, fué muy corto... No debió de ser ni la mitad de la noche. Y abrí mis ojos sin ningúna dificultad, faltando 10 minutos para que mi alarma sonase. Ahí empezo el análisis. Caí en la cuenta de que ahora estaba en otra parte, en donde correspondé que esté, lo que no me gustó para nada. ¡Qué rabia! Que los sueños duren tan poco y sean solo sueños! que cuando despiertas no puedes volver nunca! que sean como puertas que cierras solo por fuera, porque si pudiera la cerraría de adentro y no volvería a este espantoso lugar, aunque me signifique quedarme en un eterno estado vegetal. Mi alma estaría llena porque yo estaría allí. Siendo feliz en mi fantasía llena de las cosas que quize tener, hacer, decir, creer, pensar, borrar.

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