miércoles, 25 de abril de 2012

REFLEXIONES EN UN VIAJE DE MICRO

He concluido en que ahora hasta me agrada hacer viajes largos ida y vuelta a la U. Te da el tiempo suficiente de despegarte un poco de la rutina y echar tu mente a volar. Reflexionar sobre ti mismo, sobre los problemas, sobre las soluciones, sobre las cosas que te hacen bien. Me agrada darme cuenta de lo conectada que estoy conmigo misma. Hablo y hablo todo el viaje, solo que no necesito mover mis labios. El pensamiento ocurre mucho más rápido que lo que podría uno demorarse en un acto de habla. Ya se imaginarán la cantidad de cosas que pueden pasar por mi cabeza en 45 minutos de viaje.

Ayer pensaba en esa manía mía por querer llevar la fiesta en paz con la gente. No sé si a alguien más le habrá pasado esto de tener esos enfrentones medios confusos con algunas personas, y no sabes exactamente como quedaron las cosas. O simplemente están estos chicos y chicas que no son tus amigos pero les conoces, y si por ejemplo vas un día en la calle caminando con otros amigos de otro contexto social, y te los encuentras y como es una seudo-amistad, te sientes extraño (A algunos les puede sonar infantil, pero me pasa constantemente). Suele pasar con excompañeros, los amigos de mis amigos o hermanos, la mamá o el papá de un amigo, en fin...

Lo anterior es como introducción a otro tema que quería tocar...
Cuando tengo un problema con una persona, o cuando simplemente nos dejamos de hablar, a mi me da por querer que las cosas acaben bien. A veces hasta no tomo importancia a los hechos en que me halla tocado pasar a mi por un mal rato a causa de sus actos que por "x" razón me causaron incomodidad. A mi no me nace eso de tirar tanta mierda al mundo. Solo me gusta dejar las cosas en equilibro, dentro de lo posible.

El lunes tomaba café en McDonalds con mi tía violeta y mi mamá, que andaba de pasada para ayudarme con unas firmas ante notario. De pronto empezaron a hablar de una deuda familiar que nos afecta a mi y a mi hermana por vender un sitio heredado(1 millón y medio aprox. por cada una de nosotras). Según mi tía violeta, lo correcto era apelar ese dinero, que en el fondo era un derecho de nosotras, que ya somos mayores de edad y que no importan los percances que el deudor tenga para pagar, que el solo debe responder. Que incluso debiéramos de abrir un juicio en contra para resolver el asunto. En eso, mamá responde que no está de acuerdo. Que si no se nos devuelve nunca ese monto al menos tenemos edad suficiente como para recuperarlo honestamente. Que la parte más difícil queda para el deudor, por no cumplir con su palabra, por el peso de consciencia, qué se yo. Durante unos segundos, me quedé pensando que sería de la relación familiar si algún día decidieramos abrir juicio. Qué pasaría con las amistades reconstruidas después de tantos años, cuando las rencillas estaban entre mis padres y sus hermanos... Me puse a pensar en cuanta familia ya está destrozada porque simplemente los grandes se pasaron a llevar y porque los primos tubimos que decidir por el lado en que nuestros padres estaban (o eres de la entente o eres de la alianza, tu decides si eres el leal o el traidor). Me puse a pensar si un millón y medio era el precio de la amistad que me queda con algunos de mis primos, en especial uno a quien quiero como hermano. En estos momentos mi hermana y yo tenemos el poder de hacer detonar la bomba, y tengo toda la capacidad de hacerlo, solo que a mi no me interesa. Nunca he visto un peso de herencias, nunca conocí las hectáreas de campo, las casas, los autos... Nunca tuve nada de eso. Aprendí a vivir sin ellos. Hoy en día no les necesito.

Este concepto es el tal vez mi hermano no entendió un día en el cual yo dije no necesitar su apoyo. En ese momento supe que para él sería complicado hacerlo. El tiene otras responsabilidades que atender, y a lo mejor habrá recordado las promesas que nos hicimos mutuamente cuando papá murió. En una condición como la actual, en la que él está formando un núcleo familiar estable con su pareja e hijos (que de hecho, lo ha estado haciendo fantástico), no podría aceptar una oferta monetaria. A mi no me gusta causar problemas y sé que podrían haberlos. A veces me tiento y caigo en desear ver un poco más de saldo en mi cuenta corriente (para la compra de mi computador, por ejemplo), pero en este caso prefiero esperar a cuando la cosa ande más estable. No quiero verle de nuevo entrar en arrepentimientos a la hora de ver las boletas o algo así. Mi hermano ahora está en Calama. Trabaja en Codelco como Dibujante de "x" Estructuras Industriales. Me llamó por teléfono en su primer día allá. Me preguntó como andaba en Temuco, si me estaba faltando algo. Le dije que he estado bien. Que como y viajo sin problemas. Que a veces no puedo darme los lujos que me gustarían, como salir más seguido, comprar ropa y esas cosas. Pero que no me quejo. Me dijo que en cuanto recibiera su primer sueldo me enviaría algo para ayudarme. He sabido que allá le ha estado yendo bastante bien. Que al fin es remunerado de acuerdo al esfuerzo que su trabajo implica. Esta vez se lo agradecí, sin presiones ni nada. Lo que él estime darme para mi estará bien.

Ya van dos situaciones en las que he decidido mantenerme al margen de las polémicas. En general acabo actuando así de desprendida porque tiendo a visualizar a largo plazo las consecuencias de mi toma de decisiones. Entiendo que no todos tienen esa costumbre o que no todos la comparten. Yo la recomiendo simplemente porque en lo particular me ha servido para andar más tranquila.

"Tranquilidad" no es un estado que logre conseguir fácilmente. Siempre hay cosas que te mantienen ocupado, todos los días. Para mi PDP (es un proyecto del curso Taller Pedagógico que consiste reforzar durante el año una habilidad que creamos esté débil) escogí trabajar con la organización de mis tiempos. Los motivos son las molestias que he tenido por no saber distribuir bien mis horas de estudio, para hacer trabajos, para leer... He estado utilizando la agenda institucional de la U para apuntar mis actividades diarias pero aún así "me pilla el tren". Cuando quedan esas horas muertas no puedo disfrutarlo del todo. Ando inquieta, culposa, pensando que podría ocupar mejor ese instante para avanzar en alguna cosa más productiva. Entiendo que estoy comenzando una etapa de estudio más densa, que requiere de mayor atención de mi parte, que tengo que adaptarme y no dejar de intentar llevar un ritmo eficiente. Por el momento, y porque aún estoy en adaptamiento, mi tópico social se ha visto afectado. Tengo la certeza que he desplazado en parte mi relación familiar... a muchos amigos y amigas. Los fines de semana voy a casa con la intención de que podré saludar a cada uno de ellos, o a la mayoría. Pero no siempre es así. Veo sus comentarios en mi muro de Facebook, los "te extraño", los "te quiero mucho", los abrazos virtuales, los "juntémonos" o los "ven a verme" (ok, en esto ultimo a ratos me latea. Digo, a mi también me gusta ser visitada. Aunque sean de esas "visitas de doctor" de menos de 1 hora). Pero bueno... Es miércoles y estoy esperando el sábado porque viajaré a primera hora a casa. . Tengo que avanzar estos tres días acá en la mayoría de mis deberes académicos y si tengo suerte podre ver a muchas caras, saludar mucha gente, amigos, amigas que me extrañen mi presencia (Tengo total certeza que hay quien está extrañándome demasiado. Esto me preocupa a ratos, por él. No es de esas personas que se muestran desestabilizados, pero pienso que ahora mismo tal vez podría estarlo. Es por eso que, nuevamente, estaré ahí, en el lugar de siempre y pondré todo de mi parte para conseguir hacer algo bueno. Yo también estoy esperando con ansias ese avance).

Bien... nunca (o casi nunca) lo digo, pero las opiniones son siempre válidas (: Espero que mis reflexiones te hallan servido de algo.


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