viernes, 24 de mayo de 2013

No Expectation

Cuando era chica y en mi casa éramos 5, teníamos un estilo de vida bastante particular. Mi familia nunca tuvo vacaciones. No teníamos internet. No teníamos TV cable. No teníamos un buen califón (pasaba malo). No teníamos Living como las otras casas. No salíamos a comer al Mall… 

Las chicas de mi barrio eran otra cosa. Ellas recibían regalos de las empresas en las que trabajaban sus papás. Algunas de sus mamás también trabajaban. Otras, hacían otras cosas (ir a la iglesia, por ejemplo). Ellas tenían juguetes Mattel. Nosotras escribíamos a Centro de Casillas, Correo Central, Santiago, cada 01 de diciembre por si llegaba algo en Navidad. 

… Ni siquiera tuvimos una foto familiar, me percaté. 

Para mis cumpleaños, mi mamá me hacía una torta, compraba dulces e invitaba a mis vecinas… Eramos distintas pero dentro de todo nos llevábamos bien. Jugábamos harto. Cuando fui más grande mi hermano se auspiciaba con los regalos… me llevaba a comprarme ropa, o a comer al McDonalds. 

Pero el punto es... que en mi casa aprendimos que habían cosas que no podíamos y NO IBAMOS a tener. Entonces con el tiempo yo dejé de mirar más allá. No me pegaba en los comerciales de Barbie tanto como antes… no pedía tantas cosas… no pensaba en qué haría en los veranos (muchas veces ni para ir al río nos daba la gana. Y claro, yo crecía, “cambiaba”, y comenzaba a sentirme incomoda de usar traje de baño, así que ir o no ir no me urgía para nada), ni en el día del niño, ni en disfraces de Halloween. 

Bueno, hablo de esto porque me doy cuenta de cómo me acostumbré tanto a este sistema de experiencias restringidas, que incluso hoy en día me comporto así, con esa resignación, incluso si hay algo que anhelo mucho de por medio. Por ejemplo, cuando estaba en cuarto y pensaba en irme del pueblo, en la U, en mis nuevos amigos… pensaba que saldría mucho (incluso de noche. Así de malota(¿?)) que tendría una banda, que mantendría mi cuarto bonito... que no me faltaría nada. 

Me di mi cuota de altas expectativas. 

Pero las cosas están casi iguales que en casa. La Paula de Nacimiento es la misma que la Paula de Temuco. No me dan muchas ganas de salir, mi pieza está media descuidada, no soy de comprarme cositas ricas para comer ni ropa de marca. Yo, la Paula de Temuco-Nacimiento, me conformo con tener Internet, algunos pocos con quien hablar, tener todos los meses unas lucas para comer y pagar los gastos de la U, aprobar mis ramos, tener ropa suficiente para el invierno y un cuarto “ordenado” y que no sea muy helado. 

De chica me enseñaron que pensar en cosas muy inalcanzables te desvía de los objetivos más prácticos que de verdad te harán crecer. Por ejemplo, yo pienso en mi papá, y en como organizaba la plata todos los meses para pagar los gastos de la casa, tener comida, ropa… Era humilde (no siempre lo fue, pero mientras yo nací y crecí lo fue), minucioso y MUY organizado. Antes de morir dejó totalmente pagada la casa, más un living de cuerina, que lamento no hemos cuidado como él hubiese querido. Él no pensaba tanto en tonteras, o en “todas las posibilidades”… o tal vez sí, pero con la frialdad suficiente como para no perder la cabeza. Insisto, el no nos dio vacaciones todos los años, pero fue muy bueno haciendo rendir nuestros escasos recursos, y administrando nuestras vidas al punto en que mis hermanos y yo logramos estar en donde ahora estamaos parados. 

Bueno, yo para él era curiosa, bien curiosa, bien de preguntar los por qué de la vida, y urguetear más allá. Pero eso fue en mi primera infancia. Después me volví “disciplinada”. Cuando le acompañaba a sus diligencias y tenía que callarme me callaba. Si se enojaba y me decía “No”, yo nunca más volvía a preguntar “por qué”. 

Para algunas cosas es bueno ser curioso, o incluso soñador. Pero para otras no. Por ahora concluyo que es momento de aprender a caminar en mi suelo, sin olvidar mis objetivos más serios. El ambiente puede ofrecerme muchos agujeros negros, que me atrapan, me dejan ahí, lamentándome por lo que no puedo tener, lo que NO HE de tener.

No hay comentarios:

Publicar un comentario