sábado, 24 de agosto de 2013

Desperté de la nada, luego de un sueño que no recuerdo del todo. Luego de aguantarme una hora mis ganas de orinar me obligue a levantarme. No sirve de nada hacerlo antes de dormir. A la mañana es lo mismo... No sé uds.

Me tomé mi café con leche extremadamente cargado y dulce al seco, y ese sería mi desayuno. Ayer comí como loca para apalear la ansiedad oprimida el resto del día. Ahora me vino un calor a cuerpo que ta vez necesito para que se me pase el resfriado que vine a agarrar después de tanto viaje, después de tanta pena. 

Denantes dije, ya. Vuelvo del baño me meto a la cama y no hago nada... solo tratar de dormir un poco más. Eran apenas algo más de las diez. Lo primero que hice fue prender el computador. Cada día me sorprende lo dependiente que me he vuelto de estas cosas. No soy tan diferente al resto que se lo pasa con los ojos frente a una pantalla.

Frente a un teléfono con what's up... una tablet, un computador... es la misma mierda al fin y a cabo. 

No quiero revisar facebook porque no quiero seguir leyendo que hay más rumores sobre lo que le pasó a mis amigas este fin de semana. Me basta con saber que una murio, que otra está fracturada en el hospital. Me basta con aquella inevitable realidad.

No quiero poner nada en twitter porque no quiero que me lea y tal vez responda gente que no conozco. Extraño y necesito a los de cerca. Con eso estaría muy bien. 

No quiero tontear más en Tumblr, haciendome la chistosita con fotos que me provocan una culposa gracia. Risas que no hacen más que acumularse sobre un dolor que aun no sana... lo meto bajo la alfombra como tantos otros sentimientos acomplejados, amortajados, sensurados.

Last.fm es una mierda fome, a todo esto. Por eso tampoco quiero nada con él. 

Esto es... no sé que mierda es pero me hace sentir algo más comoda que en otros lugares. Sé que casi nadie viene así es como un cuarto enooooorme en el que puedo gritar sin perturbar a nadie, acompañada de numerosos ecos, que no dicen nada nuevo.

Al menos hay sol afuera. Pero no quiero salir. 

Tampoco quiero salir del cuarto porque acaban de arreglar la cagada que alguien dejo en la cocina de arriba... y cargan con todos. O todas... sí. Las mujeres siempre tenemos culpa de dejar la cocina sucia, el baño sucio, no sacar la basura... todo nosotras. Todo es culpa de las mocosas.

Yo ni tengo ánimo de cocinarme algo desde hace meses... aún así me toca limpiar mierda ajena. 

Y la mierda vuelve a acumularse. La ropa sucia, la loza que no llevo a la cocina para no mezclarme con el resto. Mis cuadernos apilados bajo el escritorio. La leche, la mantequilla, la sal y el milo sobre el escritorio. El chocolate sin hacer, el amplificador sin cable, la billetera sin plata. la cama sin hacer. La maleta en el suelo sin deshacer, las toallas colgadas en la cortina que no es cortina (sino sábana), mis pies con calcetines diferentes.

Qué no daría por vivir con mi familia en estos momentos, ir a ver a mi amiga todos los días al hospital. Poder llorarmelas todas hasta que al fin se me quite la pesadumbres. Que no daría por haberme despedido como la gente el miércoles, y no haberle dejado hablando sola... 

Me aburrí de esto, de estar siempre sola. Quiero estar en casa, de donde parecí haber querido arrancar toda mi vida. 

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