martes, 4 de junio de 2013

Espejo, espejito...

Es heavy lo autocrítico que puede volverse una, como adolescente. Estás tú y unas cuantas más en un baño de la U, y aunque hace una hora en el baño de tu casa te pareció que lucías bastante bien, en este nuevo escenario crees que todavía hay más de una sola cosa que mejorar.

Siempre hay algo que queremos mejorar.

Es difícil despertar un rato del aletardamiento que la publicidad nos provoca. Vemos una tipa en un comercial de Loreal con el pelo largo, rubio, brillante, sedoso. Nosotras no tenemos nada de eso, ni comprando el pinche Shampoo Loreal. Lo que muchas veces ignoramos es que la mismísima tipa esa tampoco es así realmente... Podemos ir en la micro y verla a ella en un pinta de sábado casual y no la reconoceremos, porque la publicidad es un ESPEJISMO.

No me gustan las fotos casuales. A mi parecer, resaltan lo que menos me gusta de mi. Y bueno, cometo el error de admitir que así soy realmente. Este vendría siendo el otro extremo del dilema. exagera lo que no nos gusta, pero no nos muestra la realidad. Lo cierto es que hay días en que el sol brilla de una manera tal que no deja tan al descubierto las ojeras de una noche de insomnio, los granos de los días de menstruación... el pelo opaco...

La imperfección estética vendría a ser entonces una mezcla indefinida de cosas lindas y cosas no tan lindas.

Antes de que me fotografíen, prefiero cuando me filman... Es distinto porque soy yo en movimiento, con o sin la sonrisa enorme, con voz chillona y a veces bien grave, con el pelo al viento y luego recogido... Soy yo en la vida real.

No les voy a mentir. Las fotos que pueden ver aquí no son más que otro espejismo, o a lo menos un recuento de mis mejores momentos. Pero yo soy normal. No horrible, lo sé. Pero normal. Solo eso.

Tal vez es hora de aceptar las cosas no tan bonitas que no se pueden cambiar, y punto.
Tal vez es hora de considerar realmente que lo que para algunos no fue tan lindo para otros puede ser hermoso. Y al final de cuentas el caso es igual para todos. Además, creo que si hay algo que puede convertir a una persona en encantadora es la belleza de una personalidad amable, inquieta, alegre.

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