domingo, 23 de junio de 2013

Disciplina. Falsa disciplina.

Es increíble lo difícil que es conseguir esa convicción… de asumir que estás disfrutando de un buen momento. No importa si ya no uso uniforme, no importa si ya estoy fuera de casa (como deseaba estar cuando era chica. Hoy solo deseo pasar más tiempo allí), no importa si tengo la certeza de que alguien piensa en mi al igual que yo en él. Siempre hay algo que me retiene en un estado infeliz.

La Universidad… pasear entre pasillos estéticamente envidiables, sentarse en las rocas frente a la laguna artificial y mirar como los patos juegan entre sí, Estar justo allí a donde quisiste llegar… se vuelve nada cuando tienes la cabeza ocupada en cosas que no deberían ser más importantes, por ejemplo, de disfrutar de la compañía de tus pares…

Informes, informes, informes… informes de qué? Informes de lo mucho que has aprendido todo este tiempo. De lo mucho que olvidaré porque sencillamente no me dediqué a internalizar tantas cosas en tan poco tiempo. Yo solo me dediqué a poner en ese informe, en esa hoja con nombre y apellido, lo que ellos quieren que ponga. Lo que ellos quieren que piense que está bien. Lo que ellos quieren que crea.

Todo eso es falso. Lo falso les hace quedar conformes. Te hace obtener un 7.0, una beca al extranjero, un magister…

“Pero cuando salga de su paraguas, usaré mi influencia académica para opinar lo que quiera, y no habrá que citar a ningún fulano de tal. Porque con mi nombre bastará y sobrará”.

¿Será tan así? Depende de cuan disciplinada me muestre. Cuan satisfechos los deje con las respuestas que quieren oír. Ellos no están dentro de mi cabeza. Ellos no saben cuál es realmente mi conocimiento. No saben cuáles son mis reales creencias. Cambia todos los días. Ni yo misma soy consciente de lo que sé.

Quien sabe ser un ser disciplinado y a la vez mantiene su habilidad innata de “pensante crítico” llegará lejos. Mientras estés bajo su paraguas dirás lo que quieren oír, en el lenguaje que menos dañe sus oídos. Una vez fuera de ello tendrás poder de hacer lo que quieras. El poder está representado en tu nuevo título, o títulos. Depende de qué tan ambiciosas son tus expectativas.

Una vez fuera retomaría mi propia voz. Me ocuparía en mis propios intereses… O me sumergiría en la burocracia que envuelve el currículo y quehacer pedagógico.

Una vez fuera, y gracias a esa disciplina, se habrán perdido los mejores años de mi vida, mi juventud, el tiempo con los amigos, con mi pareja, con las reuniones familiares. Es un precio que ahora y en ese entonces no perdonaré haber pagado; un precio por el cual espero cobrar las correspondientes represalias.

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