domingo, 11 de mayo de 2014

Es domingo por la tarde, estoy en el escritorio como pocas veces, con los pantalones que no usaba hasce casi un mes... los botines negros que compré para mi practica (pero que bien me quedan para mas de otra ocasión), la cara húmeda por haber llorado... por no haber avanzado más que en un prologo miserable. La mitad de mi día y la mejor mitad de mis energías, la luz del sol que pocas veces se ve al otro lado de mi ventana... todo eso desperdiciado en un prologo, al que ni he de hacer alusión en el resumen que me corresponde presentar mañana delante de todos... con la mejor de las sonrisas.

Me tiene aburrida la falta de concentración, las historias de mujeres inglesas maltratadas, el amor escurridizo y los finales tristes. No ayudan en mucho, cuando se trata de combatir mi propia falta de control emocional para afrontar las responsabilidades de siempre...

"Te puedo ayudar en algo", me preguntaba anoche, cuando le contaba muy resumido mi malestar (bajandole siempre el perfil de mis pesares, para que en una de esas no se frustre). Y yo le decía que no... que esto se combate en primera persona. Que no puedo hacer otra cosa más que leer y seguir leyendo, aunque bien sé yo que mi cabeza está en cualquier parte, menos en la Universidad, ni en mi deseado viaje a Londres. Así como voy, lo más lejos que llegaré será a la puerta de su casa... y el resto de mis horizontes serán aplastados por un desliz que iré a saber si pasa a mayores.

Pero al menos no me echaré la carrera encima. Es solo que se me apareció en un momento en que de verdad hubiese sido mejor no haber conocido a nadie. Es solo que ahora es tarde, y no pienso decirle que se aleje. Solo pienso en que es hora de afrontar las cosas como están, y aprender a lidiar con fuertes emociones y fuertes responsabilidades.

Si le digo todo esto tal vez querrá irse por su cuenta. Tal vez por mi bien... tal vez por su propio bien... tal vez por su propio esparcimiento...

Cómo es que puedo crear semejantes cuestionamientos en mi cabeza... Si hiciera de todo esto mi profesión de seguro no tendría nunca a nadie que me hiciera el peso.

Si tan solo filosofar y escribir sentimientos fueran la fuente de mi vida...

Y el sol ya no calienta mi espalda, ni mi energía me impulsa a usar las letras más rápido. Pero aún quedan letras de sobra por leer, un cuento entero por leer, incontables tazas de café, y pocas horas antes de dormir.

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