lunes, 11 de noviembre de 2013

Zona Proximal.

Mi corazón porfiado latiendo fuerte me avisa que no tiene ninguna gana de dejarme dormir. No parece suficiente para mi mirar una muy reciente entrevista a Steven Wilson, escuchar sú musica, estudiar, leer lo que he escrito este tiempo, o hace años, para relajarme un rato.

Me viene de repente. Saben. Es el instinto emotivo que estamos todos obligados a oprimir para continuar en una carrera individualista, o enfrascados en otra estúpida actividad que no conduce a donde uno realmente desearía estar.

No he comido muy bien. En parte puede ser eso una razón de mi malestar. También puede serlo la falta de sueño...

tengo tantos asuntos en mi cabeza... Y asi como en más de una vez en la fila de la cafetería, siento que en cualquier momento me desmayo. Mamá dice que sea fuerte, mi hermano no me conoce tanto pero cree en mi. Mi hermana me encarga que me cuide (Cuitate guachita, me dice. Me carga esa palabra). La berny nunca se olvida de decirme te quiero mucho, a pesar de lo ingrata que he sido... y una profe el otro día manifestó su admiración a mi...

Pero ahora la Paula no está precisamente sobre la ola. Como diria vygotsky estoy en una zona proximal bastante larga... con varios obstáculos. Pero sola no soy capaz de esquivarlos. Y varias veces estos días he concluído que este se ha convertido en el segundo peor año de mi vida. Casa nueva, muertes, demasiados emociones profundas y contradictorias en breves períodos de tiempo, reacciones casi incontrolables, mayores responsabilidades, mayores necesidades. Tal vez hubiese sido ideal poder contar siempre con alguien a mi lado. Alerta a cada segundo de cada uno de mis síntomas... alerta para guiarme por esta zona de mierda, cuando vengan nuevos problemas. Pero no... para una persona como yo aquello sería pedir demasiado.

De todas maneras, mañana puede que salga, a distraerme con uno u otro amigo. Y puede que luego de eso me sienta mejor...





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