viernes, 29 de noviembre de 2013

Para algunos casos es fácil hablar de emociones ajenas. Hablar de terror, de fobias, de angustia irracional, por ejemplo.

Debo reconocerme una de aquellas personas que siente fascinación por los pasadizos ocultos de nuestra mente. Cómo piensan y viven internamente las personas; Lo que esconden detrás de sus ojos, detrás de una expresión, detrás de un tono de voz.

Al principio no cabía en mi mente la idea del pánico, de los nervios a causa de nada, de la gente que dice padecer depresión... de aquellos que se han vuelto dependientes de una y otra droga que de apoco arrebata una esencia cognitiva, una autonomía, una libertad de pensamiento, una oportunidad de vivir en auténtica paz, ya que bajo sus efectos solo se vive un espejismo, hermoso pero artificial.

Y tal vez no cabía en mi mente un pánico ajeno. Uno visto del exterior, tomado entre mis brazos y empujado a la fuerza a las puertas de mi interior, con el afán de sentirle mío. Ser cómplice de sus síntomas. Nada... No pasaba nada. Y tal vez esa no era la forma. Tal vez cada uno posee su propio pánico durmiente. Durmiente hasta que se corte un cablecito pequeño, que sostiente una caja negra, en la cual yacen nuestros más recónditos traumas. El pánico no toca a tu puerta; pero cualquier día te lo puedes encontrar dentro, esperándote con la cena lista. 

¿Esperas a alguien muy importante, quien vendrá a verte excepcionalmente a tu morada, en un par de minutos más? ¿Cómo te sientes durante la espera?

¿A alguien se le escapó contar a un amig@ que te vio en un bar con otr@? ¿Cómo te sientes al sostener la mirada a los ojos de tu pareja?

¿Pasan los años, y crees que luego de salir de detrás de los barrotes el mundo te recordará como quien le arrebató la vida a un inocente? ¿Que se siente al volver al exterior?

¿Es tu primer día de colegio? ¿Que se siente ser el nuevo otra vez?

¿Necesidad de orinar por tercera vez a mitad de noche? ¿Cómo te sientes al caminar a solas, en medio de la oscuridad?

¿La primera vez que le tocas? ¿Cómo te sentiste al desabrochar su ropa interior?

¿50 años de matrimonio infeliz? ¿Cómo te sientes cada noche, al saberte mas cerca del fin, sin conocer una pizca de felicidad terrenal?

Es real, y nos toma como huéspedes. Manipula nuestra cabeza y envía ordenes fisiológicas. Pensamientos confusos que envuelven un auto-interrogatorio e inseguridad de que el resto lo note. Tu corazón se acelera mucho antes de que notes de que tus mejillas se han encendido. Aprietas instintivamente tus dientes, lo cual hace posible que tu cabeza, tus párpados, tiemblen. Tus manos sudan y pierden firmeza, y respirar se vuelve un proceso consciente, reprimido, falsamente sereno. Porque no quieres que nadie note que te falta el aire... que más allá de un abrazo, desearías huir para siempre.

El pánico está vivo. Sin embargo, como todo lo vivo, puede y tiene que morir. El pánico es arte, una creación humana. y por ende puede ser destruido, en cuanto el artista tome el puñal y raje el lienzo. 

Jugué con él y se volvió carne, me sedujo con ideas oscuras... me envolvió en desesperación, progresivamente. Le experimenté, le viví, le sentí. 

Solo en algo, podríamos concordar: El pánico nace de la sugestión. Nace de la imaginación.  
Supongo que por eso, aún tengo esperanza.




No hay comentarios:

Publicar un comentario