martes, 8 de octubre de 2013

La Entrevista.



Gente. Gente desconocida, pero con algo en común. Todos y cada uno de ellos compartían la misma emoción de presenciar la presentación de su ídolo.

Ella se desplazaba en el escenario del auditorio como quien llega a su departamento a servirse un café, prender la tv y echarse en el sofá: totalmente relajada. Totalmente en casa. En cuanto hablaba en su cátedra de las maravillas acústicas que pueden producirse con inimaginables elementos corrientes de nuestro diario vivir, y de sus efectos positivos en el oído y mente humana, nada parecía más convincente, ni más cierto. Ella era no solo la artista del momento. Ella era una nueva especie de genio.

Detrás de mi lente, estaban mis ojos y mi mente perdidos en la enorme incertidumbre. Era como esos momentos en los que los montañistas acaban de llegar a la cima más desafiante: ya estoy aquí. “¿Qué más puedo hacer ahora?” se preguntarán. “Qué más puedo hacer ahora”, me preguntaba yo, detrás de mi lente, observando a la razón de mi gran odisea. Observando a mi Elisa, después de tanto, tanto tiempo. A ratos me perdía en su voz astuta, en su manera de caminar, en su cabello largo, en sus manos recorriendo el mástil de una guitarra poco convencional.

Al terminar la presentación comenzaría la ronda de preguntas, en un salón próximo al auditorio. Acompañé a mi compañero de equipo, hacia las proximidades del escenario, para saludarle. Un par de mujeres a mi lado, con credenciales de la revista Caras, hablaban de las posibles maneras de sonsacarle información acerca de su lugar de residencia (Lleva años moviéndose de un lugar a otro. Nadie sabe muy bien si acaso posee un “hogar” estable). A mi otro lado, un par de sujetos con pinta de coleccionistas, comentaban con gracia sobre la vez en que asistieron a su firma de libros, pudiendo compartir una breve charla (lo que para ellos significaría el comienzo de una posible amistad, según pude oír). Al centro de todos continuaba ella recibiendo el cálido pero poco auténtico abrazo del director del teatro, y algunos profesores y colegas de la escuela de música. 

Todo mundo parecía querer demostrar su nivel de cercanía con la artista, cuánto le conocían. Todo mundo, empapado en falsa empatía… Cuánta nausea me produjo rodearme de personas así. 

Luego de casi una hora, Elisa quedó casi libre de acción. Cristian se atrevió a adelantársele a los corresponsales del Mercurio, le tocó el hombro preguntándole con teatral prudencia si sería posible brindarnos un par de minutos para realizar una breve entrevista, a nombre de nuestra emprendedora (y bastante criticada por los ‘grandes’) agencia de periodismo cultural Aleph. Algo severa, le respondió que no había problema, siempre y cuando no tomase más de 20 minutos. 

-Ustedes no son de la ciudad, ¿Verdad?” preguntó a mi compañero, ya ubicados tras bambalinas. 

- No. Venimos de Concepción… pero ya nos estamos haciendo camino en otros lugares. Hace un par de meses logramos establecer una nueva agencia en Santiago.”, dijo Cristian. “El es mi compañero J…”

- Enrique -dije apresuradamente. Luego volví a hundir mi rostro, fingiendo que configuraba alguna función de la cámara, antes de comenzar la filmación. Me miró por unos segundos, tal vez consternada por mi reacción. 

-Si… bueno. Primero que nada te damos las gracias por darnos unos minutos. Nos gustaría hacerte un par te preguntas, concernientes a tu última gira y a tu recién publicado libro ‘Ordinary Symphonies’… Pero antes, permíteme preguntarte: ¿Sería posible dejar registro visual de esto, o preferirías solo una grabación?”

-No, no te preocupes por la cámara. Hace tiempo que ha dejado de incomodarme. Por lo demás podría apostar dos veces a que el resto de los periodistas han de desear el mismo formato. Por favor… continúa”.

Mi corazón palpitó tan fuerte del solo hecho de poner en duda mi permanencia en la sesión… Ella apenas ha puesto reparos por mí como fotógrafo y ahora camarógrafo. Ella mucho menos ha puesto reparos en mi mismo, como quien hubiese compartido y conocido tanto más de ella que todos los idiotas de allá fuera. 

Cristian y Elisa hablaron rápida y prendidamente sobre sus viajes por Sudamérica, norte de Europa y Rusia, de sus colaboraciones con músicos experimentales e incluso un par de psicólogos… sobre sus expectativas en relación al libro… sobre sus próximos proyectos en Chile. “Chile necesita despertar y darle cabida a nuevas formas de expresión… nuevas formas de arte. No podemos seguir pretendiendo ser una comunidad evolucionada por el simple hecho de copiar costumbres occidentales superficiales, y algunas incluso reprochables”, dijo de pronto “Cuando me fui de Chile lo hice porque su escepticismo artístico me cortaba toda motivación. En general no están tan acostumbrados, ni les interesan tanto las novedades que puedan ofrecer proyectos como el mío, y tantos otros que desgraciadamente acabaron hundidos gracias al prejuicio. En Venezuela, México, Reino Unido y Noruega (que fue en donde más tiempo pasé trabajando) encontré gente entusiasta con mis ideas. Gente con esa noción de “Ya. Hagamos algo nuevo… ‘construyamos’ nueva música. ‘Revolucionemos’ el campo de los sonidos”. Y lo hicimos. Y resultó. Y al final, a causa de los logros hechos afuera, y al apoyo que me da todos los días mi equipo (La Juanita Montero, Benjamin… Mark y Korie), vine a convertirme en un favoritismo en chile… ¡En un orgullo! Aunque claro… por su puesto estoy plenamente agradecida de esa audiencia chilena… que de alguna forma se ha sentido verdaderamente identificada y a gusto con mi trabajo”.

-A partir de esto último… ¿Sería posible tenerte de nuevo por Chile próximamente? Tu regreso y primera presentación oficial, hace unos tres años, tal vez no obtuvo tan masiva convocatoria. Sin embargo esta noche, claramente, pudimos observar un auditorio repleto, sobre todo de gente joven…-le preguntó mi compañero, 

-Si… mira… es difícil. Sobre todo porque aún estamos a la espera de cómo será recibido el ‘Ordinary Symphonies’. Creo que a partir de los resultados que logre luego de ponerle en venta... más el cronograma que tenemos para producir el próximo disco, más las fechas ya comprometidas en otras partes… podría empezar a pensar en ello. No sabría decirte muy bien cuando estaré de regreso… espero que pronto, eso sí. Me sentí muy cómoda esta noche. Muy emocionada, también… por la recepción de un público joven. Fue verdaderamente conmovedor…”

-Hum, comprendo -continuó Cristian- Pero… si te lo propongo así”

-Aver…-respondió Elisa, acomodando su cuerpo hacia adelante del sofá… desafiante, expectante… 

-¿Sería posible dentro de dos años?... ¿O más?

-… Hum…-Elisa lo medito por un par de segundos, sonriendo con el pulgar en sus labios -… Considerando que entre mi primera visita y esta me tomé dos años y medio… creó que esta vez podrían ser dos (es-pe-ro), o algo menos.

-¡Genial! Supongo que este dato dejará más que conforme a tus fans Elisa, y por supuesto también a nosotros. Bien, con esto damos por cerrada esta entrevista… Elisa Marín, te damos las gracias por habérnosla permitido…

-No hay de qué… fue un placer para mí haber podido colaborar con ustedes. 

-¿Nos veremos a tu próxima visita? Se aventuró a preguntar Cristian, con descarada espontaneidad… sin embargo era la pregunta que esperé desde el comienzo, ansiosamente.

-Si ¿Por qué no? Haré lo posible por visitar Concepción nuevamente… tal vez sería más grato reunirnos allá. De paso me servirá para reencontrarme con mis viejas raíces.

-Perfecto. Entonces nos vemos, Elisa. Exito en tu libro y próximos eventos… fue un placer

-Igualmente chicos. Éxito también para ustedes.

Detuve la filmación, revisé en breve si había grabado correctamente o no (con mi nerviosismo pude fácilmente haberlo estropeado todo). Estaba todo en orden. Ella se había puesto de pié para despedirse de Cristian y de mí, en cuanto una asistente golpea y se asoma por la puerta, avisándole que los del Mercurio le están esperando. Rápidamente se despidió de nosotros con un suave pero firme apretón de manos. Cristian cruzó el umbral de la puerta en cuanto ella pronunció mi seudónimo, o al menos eso me pareció. Me di la vuelta algo confundido.

-Perdona mi impertinencia, pero... tu rostro me parece extrañamente familiar. ¿De casualidad nos conocemos de alguna parte?

Le miré a los ojos consternado. No supe que responder… que debía responder. Qué debía responder.

-Bueno, yo te conozco más de lo que tú a mí. De eso no hay duda. Lo siento… es probable que me hayas confundido con alguien más”.

-Hum… tienes razón. 

Me dirigí a la puerta. Mi mano había llegado al pestillo, cuando ella se me acercó, y continuó:

-Te parecerá loco, pero creo que me gustaría verte de nuevo. ¿Te parece reunirnos mañana, a charlar, solamente?

Entonces colapsé. 

-Bue… -miré hacia el exterior, más allá de la puerta, como queriendo salir corriendo- Si. Sería un honor. Pero… ¿por qué? 

-No lo sé -me respondió. 

Sacó una libreta del cajón del escritorio que tenia detrás. Puso en cursiva una dirección y la hora, y me lo entregó. 

-Piénsalo -dijo finalmente, y se marcho veloz. 

Ella me recuerda. 
Ella todavía me recuerda. 

Guardé la cámara, apagué la luz del cuarto, y me fui. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario