lunes, 15 de julio de 2013

Hija ingrata



Despertar tarde, tener la mitad de pega por delante, el rumo de ropa sucia, el pan de cada día, las compras de chocolate... Todo me distrae.

Llegué del centro aliviada, porque me carga ir a comprar. Me carga tener el tiempo en la mano cada sábado porque de cuatro en adelante me cobran adulto en la micro. Me carga salir del cuarto, simplemente. Me tumbé en la cama y desenchufé mi cerebro por unos largos minutos en los que solo oía radiohead al rededor. Oía; no escuchaba.

Miré el reloj en la pantalla y eran las 16.20... Miro otra vez y veo la fecha.
15 de julio. Cumpleaños del viejo. Don Jorge ahora ha de tener 72, en alguna pacífica parte de una dimensión desconocida, lejana, aislada.

Recuerdo que cuando era chica y no había pasado ni un par de semanas de todo eso, le daba vueltas a un par de puntuales hechos: el primero, el no volverá, y todo lo que ocurrió fue por su bien. Segundo, yo creceré, y si tengo suerte no me olvidaré de su nombre, pero si olvidaré sus fechas... olvidaré una parte sentimental profunda. Dejaré de pensar en él todos los días, a veces, dejaré de echarlo de menos.

Me sentía lo peor. La peor hija. Ya ni lloraba, ese era el peor indicio de que todo el royo era cierto. Iría creciendo con ese dejó de insensibilidad que él solía usar cuando esquivaba la mirada al recibir un regalo del día del padre, te abrazaba y miraba al horizonte, abriendo y cerrando los ojos rápido para no acumular lagrimas, respirando hondo para no sentir como sus emociones se ahogaban con él.

Ahora ya no tiene mucho sentido hacer todo eso... Ya no importa si lloras un poco, papá. Ninguno de nosotros te verá.

Me imagino que ya tendrás a la abuela contigo. Me imagino que se la han pasado bien platicando con el tata, recordando como vivían en las siete casas, cuando eras niño, o ya se habrán preocupado más de lo necesario por lo que queda por resolver acá en la Tierra.

Nosotros estamos bien, papá. Tu esposa está algo delicada de la salud. Le digo que se cuide, que no haga tanto esfuerzo, pero no siempre me escucha. Yo estoy lejos, y ya no soy una carga... pero aún estoy lejos de ser un aporte. Mi hermana se ha sacado la mugre estudiando, algo más que yo, debo reconocer. Ya le queda poco para salir, pero le ha sido dificil... espero que lo logre. Mi hermano se ha portado bien, la verdad. Es un hombre muy ocupado, hoy en día. Trabaja más de la cuenta, a mi parecer... pero ha sabido ganarse la vida, el reconocimiento profesional, ayuda a sus hijos, a su mujer, a nosotras. En lo personal me siento en deuda con él. Supongo que puedes sentirte orgulloso.

Yo... bueno, estoy "bien". Apruebo mis ramos con buenas notas (los profes me quieren. Supongo que soy el mismo tipo de "alumna integral" en todos lados), me hecho de buenos amigos y un buen pololo (después de los 18, como tú lo hubieses preferido. Siéntete aliviado por eso). Estoy grande, pienso cuerdamente, estoy aprendiendo a vivir sola, y mi inglés esta tal y como lo hubieses deseado. A veces me falta la plata y las ganas de levantarme, pero cuento con ellos, ya sabes, todos los que te he mencionado antes. Me ayudan a crear motivación para seguir adelante. Tengo una deuda conmigo y con todos ellos. Si no me meto en tanto crédito tendré la suerte de salir limpia de todo... pero voy bien. Mejor de lo que se esperaría en una mina en mi situación.

Espero que tu descanso no se haya interrumpido... espero que nos recuerdes con cariño, que acá aún no has sido olvidado. Un abrazo y nuevamente gracias por todo. Al próximo año te contaré como me van las cosas, si mis notas me dan para irme a conocer el extranjero, por ejemplo.

Feliz Cumpleaños, papá.

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