domingo, 9 de octubre de 2011

Empatía o identificación (Reseña de parte de mi historia)


No se qué me dío ayer y hoy... Eso de ponerme a leer la coleccion de revistas de vivienda y decoración del Mercurio. Esas que se encargó de juntar Cristian, mi hermano, y que en su momento mi papá no nos dejaba hojear porque decía, se podían "hacer tira". Es algo normar que luego de un Hobbie como éste se te despierte un deseo de orden, de limpieza, en tu propio cuarto, en tu propia casa.Observé los respaldos de la vieja cama de dos plazas que papa compró hace mas de treinta años y que mamá nunca uso. "Algun día le restauraré a ella junto con sus muebles y haré del cuarto de mi madré algo sencillamente soñado", pense.
Claramente, en mi aseo no conseguiría resultados semejantes a los ilustrados en aquellas exhibiciones, pero digamos que puse de todo mi empeño para que se viese lo más agradable posible.
Viendo la hora un poco asustada y asumiendo que saqué la vuelta todo lo que pasó de día para eludir mi lectura obligatoria de "El Jardin de al Lado", comprendí que ya no podía alargar más mi irresponsabilidad ante el compromiso que entable conmigo misma, con mi promedio de lenguaje. Con el anhelado 6,9 semestral.Tome dicho ejemplar y acostada en ese sofá burdeo le abrí. Es rara la forma en que este libro ha hecho que me inserte leyendolo. Es decir, son pocas las ocaciones en las que me he dedicado unicamente a el, pero cada vez que lo hago logro avanzar casi 20 paginas al hilo o más.
Este sujeto, este escritor de 50 que vive con su mujer, Gloria, en Sitges, España, Qué en algún buen tiempo enseñaba Ingles en la Universidad, junto con dedicarse a la escritura, se hallaba allí en el departamento (o "piso", como se correjía a si mismo) de su amigo Pancho, quien se lo cedió a el y Gloria por los dos o tres meses siguientes. Pancho, ese amigo de infancia que ahora es pintor reconocido por el mundo entero. El exitoso Pancho. El de talento innato. El de olfato de posibilidades más eficiente que este hombre conocía. Se hallaba allí, solo. Contemplando el jardín de del vecino, duque de no sé donde, quíen gozaba del riego de este pedazo de bosque virgen, de este pedazo de vida, encajonado en lo que se limitaba a sus dependencias privadas.
Y monologueaba, una vez más como en el resto del libro, narrado en primera persona. Recordaba con nostalgía a su madre, a su casa en calle Roma, a su padre que él pensaba estaba llamando a su esposa desde el otro mundo para que fuese a hacerle compañia. Pensaba en si mismo, que no podía regresar a su país a entregarle buenas nuevas a esa madre, quien no estaba al tanto de su situacion economicamente decadente. Que su hermano Sebastián tubo que prestarle dinero. Dinero de la herencia ocupado en gastos de dos o tres meses.
Detube mi lectura bruscamente. Miré las tres fotografías de el muro que me quedaba en frente. Esas dos en las que aparece mi hermana y yo, a los 3 y 4 años, calculo. Y esa otra, de mi padre con mi madre, en mi paseo de quinto año a Lota. Cerré el ejemplar fotocopiado. formulé una idea basada en mis propios recuerdos y experiencias. Una idea que acercaba a ese escritor de 50. Se me nublo la vista por lagrimas que al final no lograron escapar de mis parpados. Recordé mi propia desventaja.

Recordé esos "Early Times" de mi familia. Esos tiempos que solo conosco por los cuentos de mi madre, ya que yo aún no nacía. Mi padre debe de haber bordeado los 40 y fue uno de los primeros en ir a trabajar a la Industria de Nacimiento. En esos tiempos la paga por esos trabajos era muy buena. Mil pesos eran el doble o algo más. Él trabajó en camiones que cargaban madera. luego entro a una parte que era algo así como un laboratorio. Se compró un auto. Hacía regalos a mis primos, tías... Además, le una buena parte de las tierras que dejó mi abuelo. Por razones que desconosco, decidió vender.
Mi hermano presenció esa buena época. a mi edad, el tenía mas oportunidades para estudiar. Yo he aprendido a no envidiar de los demás... solo hay algo que me molesta. es eso de que halla pasado por mas de tres institutos o universidades y que mi padré le apoyase siempre (esa es la versión que manejo). Me molesta eso de que al final de años de estudio, no sacase nunca su título de tecnico en diseño arquitectónico (o como se llame).
En este mismo momento, se me vino a la mente eso que mamá me contó hace un tiempo. Yo y mi hermana jugabamos, lo más provable, en el suelo. Ese suelo de una sala de Living pero sin muebles, sin pintura (Mi padré tubo que esconderlo todo por años. Tenía una orden de embargue por un accidente automovilístico del cual el no tenía culpa. pero tampoco tenía de un abogado que le defendiese), rodeado con las muñecas, con los juegos de cocina de plastico, con los peluches... y mi padre nos observaba. Se acerca a mamá y hablan de nosotras. De que a pesar de todo, eramos buenas niñas. de que sacabamos buenas calificaciones en el colegio...
"Una lastima... solo espero que cada una encuente un buen hombre ya que, provablemente, saliendod de cuarto medio nunguna de las dos pueda estudiar".
En esa ocación mama tambien me contó de su enfado ante tales palabras y yo, sentía una desilución más frente a la ya no inmaculada imagen de el hombre que me crió y me enseño a leer antes de entrar a kinder. Una imagen que desgraciadamente se ha tornado aun mas gris, por motivo de otros asuntos que mamá me conto. Asuntos que no me siento preparada para narrar aquí y ahora. Estos tal vez puedan formar parte de el libro de nuestra vida. Libro que por ahora es solo es un proyecto. uno que no sé si tenga el tiempo y la fortuna de concretar.
Hace unas dos semanas, discutí con mi hermano su intromisión frente al tema de mi futuro el próximo año. Fue una instancia desagradable que surgió de un comentario de mamá en la mesa con respecto a una importante deuda "x". El expresó no estar de acuerdo con mi proyecto de irme a Concepción con Ingrid. "Con qué plata", me decia con ese tono muy suyo para decir ciertas cosas. En fin, luego de plantearle que no quiero ni aceptaré de su dinero, me retiré, llorando, de lo que era un ambiente para nada familiar. Preferí no alargar una discución que injustamente oída por Martin. Pero el quería seguir hablando. "No tienes para que llorar", decía. Hice un intento por hacer salir mi voz siquiera para expresarle que aveces, no sé él, no se puede controlar el llanto. No es una cosa que tu quieras que no te salga y no te sale. El llanto a mi me afecta tanto como me afectan mis mejillas incenciadas de rojo cuando me siento incomoda, intimidada y en desventaja. Concluída mi dificultuosa respuesta me retiré a mi cuarto a puerta cerrada. Me puse a hacer unas guías de matematica que forzosamente tube que salir a buscar al living, en donde Cristian continuaba vociferando solo, dandole vueltas a un tema ya más que desgastado.
No logro hacer memoria de otro momento en que no halla podido controlarme, aparte de aquel entonces. solo se me venía a la cabeza esa tarde en que mamá me da la noticia que "el papito está en el cielo". Esa tarde en que a mis once años volvía a incarme en el suelo, pero esta vez con ambas manos tapandome el rostro, llorando terriblemente y preguntandome inutilmente en voz alta "¿Por qué a mi?".
Tal vez deba agradecer de ese día, hace dos semanas atrás. ese día en que me devolvieron el don de llorar. Esta bien. Puede que no le halla querido en ese momento.Pero puede ser bueno eso de saber, que pese a las duras experiencias, aún queda algo de fibra humana. Tener certeza de que el cascarón que yo misma moldeé sobre mi, no se está engrosando y acabando con mi nucleo, con mi persona. Aunque, por supuesto. Tengo quetrabajar en mi fortaleza.
¿Uno puede ser algún día una roca? Si. Pero la idea, es convertirte en una "roca noble".

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