domingo, 10 de julio de 2011

04-julio-2011

Hoy revisaba esas fotos en las que había sido etioquetada via Facebook y moría de rabia. De un momento a otro me siento... Horrible.
Ando con esas ganas de querer desaparecer del mapa o bien pasearme con máscara libremente. Ninguna de estas opciones llegarán a concretarse. Lo sé.
No me gusta mi rostro, mi nariz, mis labios, mi dentadura, mi sonrisa, ese bulto que aveces se forma en la parte superior del cuello; mi voz, mis brazos, mis piernas, mi abdomen, mi pelo...
Mis ojos, Siempre los quise como los de mi padre: grises.
Cuesta admitirlo, pero creo que hay muchas cosas que no me dan conformidad conmigo misma. Ademas, hay veces en que me gustaría actuar de formas que jamás he logrado; por ejemplo, hablar osadías con seguridad sin temer que mis mejillas se tornen de ese color que no me agrada. es una tranca absurda que llevo de ya no se cuánto tiempo.
Inmediato a escribir esto, puedo recordad más de un episodio tal. con el escalofrío, la exposición y vulnerabilidad que llevan consigo. A la interperie de toda reacción.
Es cuando deseo levantarme de esta cama y correr a donde las imagenes esas no puedan perturbar más.
Mamá... cruza el umbral de la puerta de nuestro compartido cuarto, avisandome que ya puedo ir a tomar un baño.
No habrá prendas. Solo yo y ese espejo que suele ser un poco más piadoso que otros. Ha de ser la luz del baño. ¿Qué otra cosa si no?
Un respiro. Una sacudida a mis pies hélidos que ya me dispongo al habitual enfrentamiento con la totalidad de mi ser.

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