sábado, 26 de enero de 2013

Requiem

-¿Y?
- Nada... Nada aún.

El muchacho se puso de pie. Caminó por un par de minutos de un lado a otro, pateando hojas resecas, luego se sentó bajo un árbol, rodeando sus rodillas con ambos brazos. Estaba perturbado, impotente, pero más que nada, incompetente.

-¿Te quedarás ahí, mirando? -preguntó con enfado la chica.
-No puedo; no sé hacerlo -dijo al fin.

la muchacha no volvió a preguntar más. Subió el voltaje a la pequeña máquina y logro hacer salir chispas multicolor al ponerle en contacto con el cuerpo moribundo y en eso el chico levanto salió de su ensimismamiento; levantó la vista. Las manos le temblaban, mientras comprendía que su esfuerzo no había valido la pena. No había sido suficiente. Las luces se fueron apagando.

Se puso de pie, luego de apagar la maquinita. Se sacudió las hojas del abrigo, la tierra. El chico se puso de pie también. Tomó el cuerpo y le envolvió en su chaqueta. Frenéticamente cavó una fosa, con sus manos, solamente. Ella se tomaba la cabeza y aunque se tapaba la boca, a ratos tenía de dejar respirar el nudo de la garganta, suspirando. El chico dejó de cavar. Poso suave y lentamente el cuerpo dentro de la fosa. Dio cinco pataditas a la tierra removida para devolverle a su lugar. Al terminar le pisoteó para aplanar la superficie. Y la chica le cubrió con hojas, hasta que se mimetizó con el resto del lugar.

-Bien. Es todo -Dijo ella. Se levantó y se puso frente a él.

Se dieron un apretón de manos, y se marcharon en diferentes direcciones.

Así fue como acabó todo. Así fue como agonizó y murió el amor.

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