domingo, 27 de enero de 2013

No estuvo tan mala la cosa en la casa de la Karol. De hecho me quería quedar, pero hoy tuve turno de mañana. Sip. Hoy, día domingo. Va a sonar pesado esto que diré, tal vez, pero me sentí más a gusto con la Gaby, que con las chicas. Es que... no tenemos mucho tema en común. Hablan casi siempre de sus salidas a carretear, a tomar, a las cuales yo no voy porque no me gusta. La Gaby está aprendiendo a tocar guitarra. Le falta re poco. Le lleva el ritmo a tocar y cantar a la vez, lo que es una gran ventaja. Además toca flauta traversa, y otra que le regalo un profe de música, que es japonesa. Ayer estuve con ella, compartiendo de música, hablándole de Prog Rock, de la Kscope,... de como el resto de las bandas se han estropeado... La Karol es bien pesadita con ella, debo decir. Siempre la manda a ordenar cuando está de lo mejor compartiendo con nosotros. O sea, si. Es media perezosa la cabrita, pero no creo que valla por ahí la cosa. Me recuerda un poco a mi a su edad, lo juro. Yo a su edad hacía lo mismo de encerrarme en la pieza a cantar y tocar guitarra, ignorar a mi hermana... Ahora estoy en mi cuarto escribiendo, y hace un rato mi hermana, luego de ordenarme que buscase el celular que "perdí" de mi mamá, vino a decirme que fuera a ver la nueva guitarra que se compró mi hermano, que llegó ayer, mientras yo no estaba. La verdad, no me motiva. No me llama más la atención. Recuerdo que cuando era chica iba a su cuarto y podía quedarme horas ahí escuchandole tocar. Ahora no es lo mismo. Las relaciones están algo más frías. No es más como esa vez hace un par de años que en Noche Buena me quedé con él tocando un tema de The Doors hasta la una de la madrugada. Ya no es nunca más así.

Una tiene que acostumbrarse a esas cosas. Tal vez no me merecía (ok, no nos merecíamos) la mala onda, o la "cero" onda que ahora hay. Pero es lo que todos estamos dispuestos a dar por los otros. No hay más. Somos incapaces de dar más. Y ante eso, prefiero quedarme aquí. Bueno, tal vez salga y le alague un par de minutos por la nueva adquisición, como para no redundar en lo pesada, como para no ser tan obviamente caga onda. Es fome que para no incomodarles a ellos tenga que estar ahí un rato, incomodándome a mi misma. Me carga pensar en mi y mi guitarra, que tiene casi 4 años y nunca le he cambiado las cuerdas.

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