viernes, 29 de mayo de 2015

Apego Nocturno

Cada vez que vengo lo hago con la mente en blanco. Tal vez se debe a que vengo más a menudo de noche.

De noche me siento más sola. Debe ser porque ahora es cuando atravieso el umbral de lo real a lo onírico, abandono este mundo y entro a otro, solo yo, sin nada más que mis verdaderos temores y deseos.

De noche me dan ganas de abrazar y sentir tu abrazo. Escuchar tu respirar y el latir de tu corazón, que me avisen que sigues vivo, conmigo. Que morfeo no te llevará a tu mundo onírico si no que entrarás al mío. Que caminaremos sin cansarnos y divagaremos como drogados en arena de sueños. Que nos desnudaremos sin reparo ni miedo. Que no hará frío... que seremos dos en todo espacio y tiempo.

Parece inexplicable encontrarme en la cama llorando. La última noche, amarga noche. Y es que no se iba de mi cabeza pensarte lejos, antes incluso de irme... antes de dejar de sentirte.

Inexplicable puede parecerte si te digo que te quiero más allá de este mundo. Demasiado...

Amor ambivalente... demasiada rutina, demasiada ausencia. Cuánto querría que cada noche fuese como la primera de todas las veces que nos reunimos. Llena de magia y fascinación del uno al ver y sentir al otro.

Cosas que siento y que no sé decirte. Cosas que te digo y no entiendes...
Cosas que sientes y que no percibo. Cosas que dices y que me aterran.

Imposible cuadrar en todo.

Pero ¿Y la voluntad de intentarlo?

¿... O es que pido demasiado?

No te des la media vuelta.

Que al menos de noche reconozco que te necesito.

Desde que me duerma hasta que despierte.

Acércate, abrázame y bésame hasta que el miedo desaparezca.

No te demores ni te vayas antes de que amanezca.

Amor mío, buenas noches.

Por favor, no demores ni me abandones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario